Giotto (II)
La decoración de Asís había comenzado hacia 1278, con el pintor más reputado de la época, Giovanni Cimabue, por lo que no es extraño que se le encargue a su discípulo Giotto que los continúe hacia los años noventa del siglo. Se trata de las primeras obras que se conocen del pintor, ya que todo lo que realizó anteriormente se ha perdido. Se cree que para el estilo que demuestra en estas obras fue fundamental el viaje que realizó a Roma, donde tuvo oportunidad de conocer los restos de la civilización clásica, ya que hay reminiscencias del “tercer estilo” de pintura romana en el desarrollo de la perspectiva de las montañas de las escenas que aquí represente. Además se observan influencias de los mosaicos de Santa María la Mayor, o de escenas de Santa Prudenziana, con su Cristo sentado, rodeado de arquitecturas, que debió impresionarle por su implantación en el espacio, su sugestión de ambiente y la inserción de las masas en un fondo que conserva el espíritu clásico.
Para hacer pruebas de como pintar los muros, Giotto realiza dos escenas extrañas, la “Resurrección” y la “Lamentación”, en la que se observa su humanismo que prepara el Renacimiento, ya que fue el primer artista que en “redescubrir” el profundo sentido humanista del arte de la Antigüedad, “haciendo despertar a Europa del sueño bárbaro y oriental”. Apunta aquí ya su sentido volumétrico de las figuras, interesado en captar la tridimensionalidad de los cuerpos representados, lo mismo que la importancia que concede a las miradas como representantes de la carga emotiva que se esconde en sus representaciones.
Emprende el trabajo de pintar la bóveda con los frescos que representan a los doctores de la iglesia, para los que inventa visiones en perspectiva, en escorzos de abajo hacia arriba, con ocho cátedras y otros tantos atriles. El resultado es un rico mobiliario con tabernáculos, ricas columnas, marquetería, etc., nos remiten al mundo romano. Después de la bóveda se encuentra con las dos largas paredes de la nave, en las que construye una división arquitectónica en grandes cuadros, con las escenas colindantes, separadas por columnas salomónicas, es decir, generando un marco digno del tercer estilo de la pintura romana. Aquí se enfrenta al asunto principal, narrar la vida de San Francisco, lo cual va a hacer tal y como lo haría un monje que le hubiese conocido y admirado, y así en los veintiocho cuadros que realiza, cuenta la historia de San Francisco según San Buenaventura. Todos responden al concepto pictórico de Giotto, pero no todos los cuadros tienen la misma calidad, pues se sabe que cuenta con ayudantes, llegando a tener incluso dos equipos, para poder terminar a tiempo los encargos. En la Escena “San Francisco regalando su abrigo a un pobre” (para muchos autores sería la primera de las escenas pintadas del ciclo), ya se encuentran las características de su estilo. En las dos montañas de rocas que sirven de marco paisajístico a la escena, se representan vegetación y arquitecturas vistas en perspectiva, un convento y una ciudad, destacando sobre el cielo, creando un contraste con el santo que parece surgir de la naturaleza. El caballo se inscribe también en el marco natural, ya que sigue la misma curva de la colina y la misma actitud sumisa del pobre.