Vida de san Francisco de Asis según Giotto
Estos frescos pintados en la iglesia de san Francisco de Asis relatando los episodios de la vida del santo patrón del templo los pintó el artista italiano Giotto en el año 1296, siguiendo un encargo de fray Giovanni.
En ellos aparecen en imágenes 28 episodios, todos ellos realizados por el maestro salvo tres en los que intervinieron más activamente otros pintores de su taller. Las escenas representan la hagiografía del santo mostrando episodios como “La renuncia a los bienes”, “El llanto de las clarisas”, “El pesebre”, “La expulsión de los diablos de Arezzo” o “La entrega del manto” que vemos en la imagen.
En esta escena, la narración se centra en los elementos principales y la composición en diagonal con las dos montañas al fondo que remarcan la figura central de san Francisco. El personaje tiene una enorme presencia y mucho volumen, y eso pese a que viste una túnica sin adorno alguno, hecha a base de una masa de color puro. Y respecto al paisaje se repiten algunas constantes de la producción pictórica de Giotto en la cual son típicas las rocas con ese carácter acartonado y los árboles dispersos.
En la pintura todos los rasgos naturalistas se basan en la observación de la realidad, un elemento representativo de la escuela pictórica de Florencia, de la que Giotto es su máximo exponente durante el Gótico. En realidad, él es el primer pintor que copia de la naturaleza.
Y otro de sus grandes logros es la forma de imprimir volumen a las figuras, consiguiéndolo a base de color y la técnica incipiente del claroscuro. Primero perfila las figuras con un trazo grueso, de manera que las diferencia claramente, creando figuras macizas y monumentales, y luego les aplica el color. Y además a los rostros de los personajes, especialmente a los que son terrenales, les da una apariencia muy naturalista y huye de cualquier tipo de convencionalismo.
Son tan realistas esas figuras, que en muchos casos, dada la gran variedad de escenas y de personajes, han servido para conocer la diversidad de indumentaria de la época.
Otra constante en su obra, es la importancia que da a los elementos arquitectónicos que pinta. En este caso, la arquitectura es la que da ritmo al desarrollo de las escenas, y es que no se puede olvidar que Giotto fue un artista multidisciplinar, porque pintó frescos, tablas, también hizo mosaicos, hizo alguna obra escultórica e incluso actuó como arquitecto, ya que a él se le debe el famoso Campanile de Florencia.
En definitiva, su pintura destila naturalismo, algo que en este caso viene implícito por la propia exigencia del tema que representa: la vida de san Francisco de Asis, un santo completamente apasionado por la naturaleza. Y es que Giotto veía en la realidad su fuente de inspiración. Y no importa que sus paisajes sean un tanto convencionales, lo que es de destacar es que su espíritu de observación le aleja de la pintura de la escuela sienesa y del Gótico Internacional, cuyo máximo representante en Italia fue Simone Martini, y juntos, Giotto y Martini, son las dos grandes figuras artísticas de aquellos años en la pintura italiana.