Madonna de Ognissanti, Giotto
La Madonna de Ognissanti es una obra realizada en óleo sobre tabla por el artista italiano Giotto di Bondone, uno de los mayores representantes del Trecento italiano.
Giotto (1267 – 1337) se mostró como una de las figuras artísticas más relevantes del siglo XIV, su obra es mundialmente conocida ya que el pintor y arquitecto fue el primer artista en superar los paradigmas estilísticos de la tradición y encaminar su arte hacia las formas naturalistas que se desarrollaran a lo largo del Renacimiento.
Si bien es cierto que algunos datos de la vida de este artista no están del todo claros, parece indudable que éste se formara con Cimabue y que al poco de desligarse de su maestro, el artista comenzó a adquirir gran fama y notoriedad. De su mano proceden importantes conjuntos murales que decoran la Capilla Scrovegni o los frescos de Asís que narran la vida de San Francisco.
La Maestà de Ognissanti es una pieza realizada para la iglesia homónima situada en Florencia. Su fecha de realización es, a día de hoy, muy discutida y mientras algunos historiadores se muestran partidarios de datarla en los primeros años del siglo XIV otros lo hacen en torno a 1313 o 1315, cuando el artista ya habría realizado los frescos de Padua.
El tema de la Madonna está tratado de una manera muy tradicional, la Virgen con el niño aparece sedente en un gran trono mientras es rodeada por una corte de ángeles, esta es la típica representación de Maestà según los modelos iconográficos bizantinos. La virgen y el Niño son las figuras principales de la composición, su rostro es serio y la Madre se presenta aún como theotokos, una Virgen que sirve de trono a su hijo.
Con todo la obra de Giotto presenta importantes novedades que nos anuncian el naturalismo que está por venir: el niño aparece colocado en diagonal sobre las rodillas de su Madre evitando la frontalidad.
El realismo y la calidad táctil con la que el artista ha representado las telas ponen de manifiesto su maestría con los pinceles, está especialmente cuidada la disposición de las telas que conforman el manto con pliegues voluminosos que acentúan la monumentalidad de la figura.
Especial atención merecen las figuras de los ángeles y profetas que completan el conjunto, todo están completamente absortos en la contemplación del conjunto principal sin mirar al espectador. Además su disposición presenta cierto orden y espaciado: en primer plano dos ángeles portan jarrones con flores que representa a la Virgen: el lirio y la rosa. Tras ellos aparecen otros ángeles muy individualizados pero sobretodo destacan las figuras de los profetas que se asoman por las caladuras del trono.
De esta manera el artista se desvincula paulatinamente de la plástica tradicional, las figuras adquieren naturalismo al igual que los objetos representados –sobre todo la presencia del trono- , el color empieza a tener más protagonismo en detrimento del dibujo y un ligero sfumato acentúa el volumen de las figuras. La luz es brillante y se expande por todo la obra reforzada por el fondo dorado.
Hoy la Madonna de Ognissanti se encuentra en la galería de los Uffizi.