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Infanta Margarita de Velázquez

Publicado por A. Cerra
Infanta Margarita de Velázquez

Infanta Margarita de Velázquez

Este lienzo al óleo lo pintó Diego de Velázquez en el año 1659, y en la actualidad se expone en el Kunsthistorisches Museum de Viena.

¿Cómo llegó esta obra del pintor español hasta este museo de la capital austriaco? Es muy sencillo, la Infanta Margarita era hija de los reyes de España Felipe IV y Mariana de Austria, y prácticamente desde que nació se decidió que acabaría contrayendo matrimonio con su primo Leopoldo, quién era el heredero del Imperio austriaco. Por esa razón se le hicieron durante toda su niñez varios retratos para enviarlos a Viena.

Entre otros pintores de la corte, el propio Velázquez le realizó varios retratos, el primero ya a la temprana edad de 3 años. Si bien, entre todos ellos hay una imagen de la infanta que destaca sobre todas, aunque no se trate de un retrato individual. Estamos hablando de Las Meninas, ya que ella es la niña que ocupa el centro de la gran obra del Museo del Prado.

De hecho, los diferentes retratos que realizó el pintor sevillano de la princesa nos permiten ver como fue creciendo y desarrollándose. Aunque eso también lo podemos ver con diferentes miembros de la familia real, a la que obviamente retrató en numerosas ocasiones, al ser el principal pintor de la corte en su momento y desde luego el favorito del monarca Felipe IV.

Además entre las diferentes imágenes de la infanta también se pueden apreciar unas constantes en las poses, en incluso en la moda y el peinado. Siempre la solemos ver con los brazos abiertos, ocupando toda la amplitud de esas ampulosas y nada prácticas faldas.

De todo el cuadro destaca el rostro de la niña, que aquí tenía unos ocho años, aunque casi aparenta más. Su cara queda enmarcada por la masa rubia de su melena, muy clara y todavía realzada más por los distintos lazos en verde oscuro. Sitúa a la chica para que llene por completo el lienzo, destacando su figura gracias a esa cabeza muy clara y el enorme vestido azul que ocupa gran parte de la tela.

Es de admirar, como el artista dedica una atención excepcional al delicado rostro infantil, una atención solo comparable a cuando pinta encajes hasta el más mínimo detalle.

Pero además de eso, además de la indudable maestría con los pinceles de Velázquez también es muy importante la caracterización del personaje, el de una niña que está creciendo deprisa y que sabe el futuro que le espera.