La doliente, Bonnard
La representación de la imagen femenina ha estado siempre ligada al arte, desde las antiguas esculturas de Venus con los paños mojados inventados por el escultor clásico Fidias hasta obras pictóricas mucho más explícitas como pueden ser las Venus renacentistas de Tiziano o el Veronés o incluso en años posteriores, la Maja desnuda de Goya, o los Toilettes de Touluose- Lautrec. De esta manera no parece extraño señalar que la pintura del artista Pierre Bonard haya tomado el cuerpo femenino como uno de los mayores referentes en su producción artística y así lo señala con obras como la que aquí analizamos titulada La Indolente.
Pierre Bonnard (1867 – 1947) fue un pintor e ilustrador francés que dedicó gran parte de su talento al mundo publicitario de su época. Hijo de un político importante y de buena familia, el artista dejó a un lado sus inclinaciones artísticas y culturales para estudiar Derecho hasta que a finales de la década de los ochenta decidió abandonar un mundo que él mismo no consideraba suyo para ingresar en la Academia de Julián y posteriormente en la Escuela de Bellas Artes de París donde establecerá relaciones con otros pintores de su tiempo junto con los que más tarde formará el conocido grupo Nabis. Este colectivo engloba a un conjunto de artistas que además trabajan otras disciplinas y que influirán poderosamente en el ambiente cultural de su tiempo, son jóvenes pintores que siguiendo la estela de Gauguin se preocupan por el color como tema central de su composiciones.
En el año 1899 Bonnar presenta un cuadro denominado como La Indolente o Mujer adormecida encima de la cama, se trata de un óleo sobre lienzo de formato vertical que en la actualidad se exhibe en el Museo d´Orsay de París. A primera vista ya podemos apreciar que, en realidad, el título del cuadro no se corresponde con la imagen que el pintor nos ofrece del mismo; si bien es cierto que como única representación de la escena encontramos a una mujer tumbada en la cama, ésta no resulta ser una dama somnolienta. Por su actitud y la postura en la que se encuentra parece ser que la mujer acaba de mantener relaciones sexuales y ahora descansa lánguidamente en un lecho deshecho. En su postura contrasta que, mientras con uno de sus brazos se tapa el pecho en un gesto más bien pudoroso, sus piernas aparecen completamente abiertas dejando a la vista su sexo.
En la pieza destaca la pincelada rápida y cargada de empaste que utiliza el pintor, con una gama cromática terrosa y en el que el juego de las luces y sombras moldea la composición; el punto de vista desde arriba también resulta muy moderno en la composición de la pieza.
Éste es uno de los primeros lienzos de desnudos femeninos realizados por el artista pero a éste le seguirán muchos otros como El desnudo azul o Hombre y mujer.