Mujer sentada de perfil de Seurat
Esta obra la realizó el pintor francés Georges Seurat entre los años 1887 y 1888, y en la actualidad se conserva en el Museo de Orsay en París, el gran museo del arte impresionista y postimpresionista, periodo artístico en el que se enmarca este cuadro.
Y dentro de las diferentes corrientes que se engloban bajo el periodo postimpresionista, el arte de Seurat se adscribe al movimiento puntillista o divisionista, del cual este artista es su creador y máximo representante.
De hecho esta obra titula Mujer sentada de perfil, sin ser la más famosa de sus obras como su enorme lienzo de La Grand Jatte, es un claro ejemplo de su estilo. Ya que toda la imagen se compone a partir de infinidad de puntos de color sobre una textura con valores de claros y oscuros. Un método pictórico que tanto Seurat, como su más fiel seguidor Paul Signac, aplicaron a sus telas basándose en conocimientos científicos que por aquellos tiempos estaban surgiendo de los estudios de óptica realizados por los investigadores Chevreul y Charles Henry.
Estos investigadores se dedicaban a plantear teorías cromáticas y ópticas, a partir del estudio del espectro solar, la descomposición de la luz y los contrastes simultáneos. Con ello se aplicaron los principios de la división de los tonos y de la irradiación de los complementarios. Lo que llevó a Seurat a usar únicamente los colores del espectro solar, sin mezclar salvo con el blanco.
Esos conocimientos en los años anteriores, los pintores impresionistas los habían aplicado también, pero desde una perspectiva visual únicamente, intuitiva y sin ningún atisbo de proceso metódico. En cambio, Seurat comenzó a utilizarlos pero con un criterio mucho más riguroso y científico, y con ello surgió el Puntillismo más racional. Una tendencia prácticamente idéntica al Divisionismo. Si bien, los más puristas son capaces de diferenciar estas dos corrientes.
Para ello diferencian que el Puntillismo construye toda la imagen a partir de puntos, mientras que el Divisionismo sería un estilo en el que se hacen toques de pintura separados, aislados, adaptándolos al formato definitivo de la obra, y rompiendo la forma de las figuras y de los diferentes elementos, para que luego sea el ojo del espectador quién una esos puntos o formas y configuren la escena. Pero en la práctica, Puntillismo y Divisionismo vienen a ser lo mismo y se pueden utilizar indistintamente.
Y en ambos se tienen en cuenta las teorías científicas para lograr que ese entramado de puntos separados sean unidos por el ojo humano. Según estas teorías se plantean equivalencias entre tonos (fríos o calientes), formas (ascendentes o descendentes) y valores (oscuros y claros). Estas equivalencias dicen que los tonos fríos se corresponden con las formas ascendentes y los valores oscuros. Mientras que los tonos más cálidos se corresponderían al contrario. Unos planteamientos sumamente estrictos, que en realidad solamente llevó a cabo con estricto rigor, Georges Seurat.
Con ello creó una técnica excesivamente radical, que a veces podía perjudicar a la legibilidad de sus cuadros, ya que prescinde por completo de contornos y fragmenta las formas en zonas de puntos multicolores. Una complejidad técnica que tuvo que compensar con la simplicidad de formas.