El Palacio de los Papas de Signac
Este lienzo pintado por Paul Signac en el año 1900 se conserva en el museo de Orsay de París, y es una obra que muestra bien a las claras las características del estilo puntillista o divisionista, del cual Signac junto al también francés Georges Seurat es uno de sus máximos representantes.
Paul Signac empezó su labor como pintor dentro de la corriente impresionista. De hecho se cuenta que con tan sólo 15 años acudió a una exposición de los emergentes pintores impresionistas y allí se puso a hacer esbozos y copiar una de las obras. Pero apareció Gauguin y lo echó de malos modos de la sala.
Tal vez por eso se enfrentaría años después al Impresionismo, algo que coincidió con el conocimiento que tuvo de Seurat y rápidamente se adscribió a su movimiento puntillista. Al principio lo hizo siguiendo desde un punto de vista muy estricto las pautas del divisionismo, sin embargo poco a poco fue abandonando las pinceladas en forma de pequeño puntos y ampliando su pincelada, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño de los lienzos, ya que si la obra iba a ser de grandes dimensiones, haberla realizado a partir de miles de puntos de color hubiera supuesto un ingente trabajo.
Dentro de esta evolución de su pincelada se integra esta obra de El Palacio de los Papas que nos muestra el castillo de los Papas de Avignon, en el sur de Francia. Una obra en la que se plasman los dos grandes intereses de su teoría pictórica. Unas teorías que quedan refrendadas no solo con sus cuadros sino también con sus escritos, especialmente por el libro que redactó bajo el título: “De Delacroix al Neoimpresionismo” publicada en 1899, precisamente un año antes de que realizara esta obra.
Aquí defiende a ultranza el Puntillismo, una técnica basada en el uso de colores puros, los cuales no se mezclan en la paleta, ni tampoco sobre el lienzo, sino que se aplican de forma yuxtapuesta sobre la propia tela, de manera que es el espectador quién une los colores al contemplar las obras, porque los colores se funden en la retina de quién los observa, al mismo tiempo que cada punto o pincelada conserva el esplendor originario del color del que deriva.
Signac pudo experimentar en profundidad sobre sus teorías artísticas, ya que procedía de una familia acomodada y por lo tanto carecía de acuciantes problemas económicos. Por ello se dedicó sobre todo a pintar y también a viajar mucho, especialmente navegando por las aguas del Mediterráneo.
Y lo cierto es que fue una persona muy constante en su trabajo como pintor, y siempre pintó con un rigor muy estricto las pautas que él se había marcado del estilo puntillista. De hecho sus obras son todo un modelo de orden y claridad, y es que en cada una de ellas hacía un concienzudo proceso previo planificándolas hasta el último detalle. Un método de trabajo muy riguroso y recto, lo cual sin duda contrasta enormemente con su ideología política, tendente a las ideas anarquistas. Sobre lo cual el mismo dijo: