La Escuela Barroca Madrileña (III)
Otros artistas destacados de dicha escuela fueron Herrera el Mozo, Antolinez, Escalante, Cerezo y Claudio Coello.
Francisco Herrera el Mozo era hijo y discípulo de Francisco Herrera el Viejo y, siendo muy joven viajó a Italia estudiando durante varios años, especializándose en la creación de bodegones de peces, por lo que era conocido como el “Spagnolo dei pesci”. De esta etapa de aprendizaje conservó siempre en su pintura la influencia de Pietro da Cortona, además de aprender la técnica del fresco, el sentido del color de Venecia y a soltar la pincelada. Cuando regresó a España, trabajó primero en Sevilla, en donde pintó hacia 1656 “El triunfo del Santísimo Sacramento” hacia 1656, una auténtica apoteosis barroca, especie de homenaje al arte italiano. Fundador de la Academia de Sevilla, junto a Murillo y Valdés Leal, fue nombrado subdirector de la misma, pero marchó a Madrid a la muerte de su padre, donde consiguió que el rey Carlos II le nombrase pintor real en 1672 y, en 1677, maestro mayor de las obras de palacio. Su obra más destacada es “El Triunfo de San Hermenegildo”, del Museo del Prado, pintada para el altar mayor de los Carmelitas Descalzos de Madrid, que supone una de las obras de escenografía más espectaculares del siglo XVII, efectismo realizado con gran maestría, con poca materia, ya que usaba los pigmentos muy diluidos.
Claudio José Vicente Antolinez fue un pintor madrileño, discípulo de Francisco Rizi, protegido por el almirante de Castilla. Destacó como pintor de “Inmaculadas”, fijando en sus obras el modelo iconográfico de la escuela madrileña de la segunda mitad del siglo XVII. Entre ellas destacan las del Prado, del Museo Lázaro Galdiano, Museo de Arte de Barcelona, etc. Otro tema por el que sintió especial predilección fue el de las “Magdalenas” en sus dos vertientes iconográficas, como penitente y en gloriosa ascensión. De las representadas como penitentes destaca por su gran ascetismo la del Colegio de Santa Marta en Madrid y de las segundas, la versión conservada en el Museo del Prado. En su obra puede verse la influencia de Velázquez en la perspectiva aérea y la de Veronés y Tiziano en la pincelada y tratamiento del color.
Antonio de Frías y Escalante era un pintor cordobés formado con Antonio del Castillo, pero se trasladó muy joven a Madrid, donde recibió el influjo de Francisco Rizi. De su primera época es un lienzo de “San Antonio de Padua” (conservada en colección particular madrileña) con ecos de Zurbarán. Los temas bíblicos fueron los que más trabajó, así para la Merced Calzada pintó una serie de dieciocho lienzos que se conservan dispersos en varios museos y colecciones.
Cerezo fue otro pintor de la corte madrileña que parece ser se formó con Carreño, pero según algunos críticos le aventajó en cuanto a elegancia y toques lumínicos de brillos casi impresionistas, inspirándose en las pinceladas de Tiziano y en el refinamiento de Van Dyck. Entre sus primeras obras destaca “Los Desposorios de Santa Catalina” del Museo del Prado, con una composición de estructura diagonal, en la que se produce un juego de escorzos y efectos de luces de gran dinamismo.