La lechera de Burdeos de Goya
Esta obra realizada sobre lienzo y pintada al óleo se conserva en las salas del museo del Prado de Madrid.
El cuadro es uno de los últimos pintados por el artista español Francisco de Goya y Lucientes, concretamente lo realizó en 1827 un año antes de su muerte durante su exilio en la ciudad francesa de Burdeos. Aquel año, Goya contaba con 81 años de edad y esta tela de alguna forma es su particular homenaje a la juventud y a la belleza femenina, sobre todo gracias al rostro dulce que nos presenta la retratada y a la instintiva elegancia de su pose.
Su técnica en esta ocasión se basa en la aplicación de pinceladas muy pastosas y también muy largas, creando en la propia tela una atmósfera de luminosidad, basada en los tonos azules, azules-verdosos y los blancos que contrastan con la calidez del rostro de color rosáceo y el cabello castaño de la mujer.
Toda la tela está impregnada de un lirismo muy emotivo, bañado por una luz vibrante, características que de alguna forma se están anticipando a lo que décadas más tarde será el movimiento del Impresionismo. De hecho, muchos de los pintores franceses de finales del siglo XIX que llevaron a cabo la pintura impresionista siempre contaron con la obra de Goya como uno de sus referentes.
Este retrato en el tamaño que hoy lo conocemos en realidad es un fragmento de lo que sería un obra de mayores dimensiones. Por esa razón en la imagen no aparece ningún elemento que sirva para reconocer a la mujer como una lechera, tal y como indica el título. En la obra total, se vería a una señora montada en un caballo y aparecería rodeada por varios recipientes de leche, mientras atravesaba las calles de Burdeos. Sin embargo, ese cuadro inicial fue recortado y hoy en día tan sólo contamos con este bello retrato, casi como si fuera un busto desde un punto de vista lateral.
Es una obra típica de sus últimos momentos de Goya como artista y de sus últimos años de vida. Es bastante común que en los cuadros que realizó durante su estancia en Francia emplee los colores oscuros y pardos, pero que nunca los mezcla en la paleta, sino que los ensambla en la propia tela de forma que la pincelada es mucho más libre y suelta que en obras precedentes, que ya de por sí siempre fue muy suelta. Y es precisamente esa aplicación de pinceladas como formando aspas lo que más lo vincula con el futuro estilo impresionista. Y posiblemente al pintor con el que más se le puede relacionar es con Renoir, especialmente por la luminosidad atmosférica que baña las escenas de los cuadros.
No obstante, hay que tener en cuenta que Goya es un pintor anterior, con una personalidad muy acusada y al mismo tiempo propio de su tiempo. Por ello, hay un elemento característico de sus pinturas que lo aleja del Impresionismo, y ese elemento es la oscuridad inferior, la cual es una constante en prácticamente toda su producción pictórica, incluida la de esta última fase bordelesa.