La Magdalena de la lamparilla de Georges de la Tour
Esta es una de las grandes obras del pintor francés del Barroco Georges de la Tour (1593 – 1651), y al considerarse una de sus obras maestras en la actualidad se expone en el Museo del Louvre de París.
La elección del personaje bíblico de la Magdalena no es en absoluto casual. Durante el siglo XVII existió una enorme devoción hacia esta figura de los Evangelios, a la que se consideraba la “amante perfecta” de Jesucristo, la cual ya de por sí era bella, pero incrementaba su hermosura gracias a la penitencia. Y es que hay que tener en cuenta que durante ese periodo histórico se dieron muchas corrientes de misticismo y hasta de ascetismo.
Si se observa la región francesa de la Provenza, el culto a la Magdalena alcanza cotas elevadísimas, ya que según la tradición cristiana murió aquí. E incluso se le dedicó un santuario que se convirtió en lugar de peregrinación, y cientos de personas acudían a la Gruta de Saint Baume y a las Santas Marías del Mar.
Además la Magdalena es la santa patrona de los gitanos, y por ello se piensa que De la Tour eligió una mujer de esa etnia para que le sirviera como modelo de su cuadro.
Georges de la Tour además de presentarnos una mujer joven y hermosa, le aporta con su pose y actitud un aspecto de meditación casi filosófica, algo también muy propio de estos años del arte barroco. Y solo la luz de la lámpara sobre la mesa es capaz de iluminar ese rostro tan reflexivo.
La vemos con las piernas desnudas, lo cual refuerza esa sensación de abandono y de ensimismamiento. En la mano lleva una calavera, símbolo inequívoco de la muerte. Mientras que sobre la mesa se distingue, además de la luz, varios libros, una cruz que es el signo de su religiosidad y el objeto de sus pensamientos. Y también se ve un objeto que usaba para castigarse los penitentes. Se trata de unas disciplinas manchadas con sangre, como si cuando no pudiera pensar más en Jesucristo, decidiera golpearse a sí misma con ellas como penitencia por sus pecados y pensamientos impuros.
Georges de la Tour fue capaz de crear su propio estilo de claroscuro, diferente al del gran maestro de esta técnica, el italiano Caravaggio y sus magníficas obras como La Degollación de San Juan Bautista. De la Tour las partes iluminadas se recortan perfectamente en aristas vivas, no usa una fusión entre la línea de sombra y de luz. Y es que su técnica era la de modelar los planos de objetos y figuras tan solo por una parte. Además, por otra parte, suele eliminar muchos detalles excesivamente realistaa, ya que lo que pretende con sus imágenes es dotar a sus obras de monumentalidad.