La Noche de los Celos de Strindberg
Lo primero que hay que decir es que el sueco August Strindberg fue un creador total, ya que aquí vemos uno de sus cuadros, pero a lo largo de su vida (1840 – 1912) también escribió diversas obras de teatro, relatos y poemas, así como experimentó con la pintura, la escultura y con un arte emergente aquellos años como era la fotografía.
Y un buen ejemplo de su obra plástica es esta Noche de los celos que hizo en 1893. Aunque su apariencia sea mucho más moderna, lo cierto es que esa es la fecha en la que la realizó. Y es que su técnica a base de dinámicos trazos de pintura aplicada con la espátula nos hace pensar en otro tipo de estilos más propios de las vanguardias del siglo XX.
Hoy en día la pintura está en el Museo Strindberg de su ciudad de Estocolmo. Un lugar de donde fue robada hace unos años. La verdad es que la obra fue robada por casualidad y el motivo fue que le fascinaba a esos ladrones, que también tomaban estupefacientes. Y es que la imagen es de lo más psicodélica. Algo que también tiene que ver con el carácter un tanto perturbado de este artista que pasaba grandes temporadas encerrado en una cabaña en la naturaleza de bosques, agua e islas que rodea la capital de Suecia, sin querer tener contacto con nadie.
De hecho, aunque estuvo casado, no tenía una especial relación con nadie, ni por supuesto con ningún grupo artístico. Por ello su arte es absolutamente personal e inclasificable. Y en obras como esta se ve que pintar para él suponía algo así como una catarsis. Se puede relacionar con el movimiento romántico del siglo XIX, donde los artistas querían volcar sus estados de ánimo en un paisaje. Pero la verdad es que Strindberg hacía algo más. Pintaba con libertad absoluta y sin someterse a ninguna regla formal. Por eso nos puede parecer una pintura expresionista, casi abstracta.
Él encontraba en el entorno natural la inspiración y las metáforas para su pintura. La cual por supuesto fue absolutamente incomprendida en su época, y solo unos pocos creadores contemporáneos la alabaron. Entre ellos el escritor Henrik Ibsen o el pintor Paul Gauguin. Y también otro artista de carácter difícil y trastornado como Edvard Munch.
De alguna forma el arte se convirtió en el refugio de este creador total. Aunque también se transformó en parte de sus obsesiones, porque por ejemplo pintó casi siempre este paisaje del entorno de Estocolmo. Y allí recreaba plásticamente sus estados mentales y sus traumas, como en esta ocasión, en la que se encontraba en una fase de ataque de celos provocados por su segunda esposa.