Noche de póker de Thomas Hart Benton
Thomas Hart Benton a mediados del siglo XX era el mejor representante de un curioso estilo en Estados Unidos. Una peculiar pintura regionalista en el que plasmaba los paisajes y las escenas más prototípicas de la cultura de Estados Unidos, como ya vimos en su Mural Número 2. Se trata de un tipo de imágenes llenas de color, de anécdotas, orgullo y también con algo de humor, por lo cual no le faltaron los encargos a lo largo de su vida. Y uno de esos encargos más curiosos es este en el que se mezcla el mundo de la pintura con el del cine y el teatro.
El encargo lo hizo el poderoso David Selznick, para regalárselo a su esposa Irene. La cual a su vez había producido una obra teatral que desde su estreno a finales de 1947 tuvo un éxito total. La obra no era otra que Un tranvía llamado deseo escrita por el dramaturgo Tennesse Williams. Una representación dirigida por Elia Kazan y protagonizada por un joven y deslumbrante actor llamado Marlon Brando.
El hecho fue que el regalo consistió en encargarle al pintor que plasmara en un lienzo la escena que más le motivara de la obra. Y eligió la partida de póker donde aparecen prácticamente todos los personajes de la obra. Tanto Stanley Kowalski, identificado por la mítica camiseta de tirantes de Brando, como sus amigotes que están jugando a las cartas y bebiendo. Mientras que en la otra mitad del lienzo están las dos mujeres, Stella y Blanche, las dos hermanas que se han metido en el dormitorio, tan solo separado de la sala de estar por una cortina.
Es una escena de las más míticas de la obra, y Benton captó toda la esencia de los personajes, desde la brutalidad de Stanley hasta la carga erótica que irradia Blanche DuBois. Por cierto este cuadro le maravilló a Irene Selznick cuando se lo entregó su marido y decidió exponerlo en el vestíbulo del teatro durante todo el timepo que la obra estuvo en la cartelera. Hoy en día, el cuadro cuelga en el Whitney Museum en la ciudad de Nueva York. Mientras que el texto teatral es todo un clásico de la literatura del siglo XX, así como la película que se hizo a continuación es una de las producciones más emblemáticas del viejo Hollywood. Una producción con el mismo director y con prácticamente el mismo elenco de actores, entre los que, además de Brando, destacó Vivien Leigh encarnando a la sensual y variable Blanche, papel por el que recibiría el Óscar a la mejor actriz protagonista.