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La Virgen de Lovaina de Barend van Orley

Publicado por A. Cerra

Virgen de Lovaina de Barend van Orley

Este óleo pintado sobre tabla hacia el año 1520 se expone en el Museo del Prado de Madrid, y la razón de que llegara hasta la pinacoteca española es que fue un regalo para el propio rey Felipe II. Eso lo sabemos porque en el reverso de la obra hay una inscripción en latín. En ella se puede leer que el cuadro fue comprado en un convento por el magistrado de Lovaina en 1588, una ciudad belga por entonces bajo el dominio de la monarquía española. De hecho, el propósito de la compra era regalárselo a Felipe II como muestra de gratitud tras haber eximido de impuestos a la ciudad durante los años posteriores a la peste de 1578.

Desde luego que podían haber comprado una pintura de su tiempo. Pero era bien sabido que al rey español le fascinaba el arte de años anteriores, por eso eligieron este cuadro de tonos flamencos más antiguos.

Todo eso lo podemos saber y deducir gracias a la inscripción trasera. Pero también de ahí se dedujo que era una obra de Jan Gossaert, más conocido como Mabuse, ya que su nombre aparece escrito ahí y el gusto por las arquitecturas clásicas es una muestra de su estilo, como se puede ver en otros cuadros suyos.

Sin embargo, un estudio en mayor profundidad de la obra hizo que con el tiempo se adjudicara a otro pintor flamenco: Barend van Orley (c. 1488 – 1541), otro de los que fusionaba la tradición flamenca con los influjos del Renacimiento italiano, pese a que nunca viajó a Italia. De hecho, apenas se movió dele entorno de la ciudades de Bruselas y Malinas donde desarrolló una productiva carrera como pintor de la corte realizando numerosos retratos, además de encargos de pinturas religiosa como en este caso. Y por si fuera poco su labor creativa también se amplió al diseño de vidrieras y a la preparación de imágenes para la poderosa industria del tapices de Flandes. Un buen ejemplo de ello es su participación en la confección del ciclo de tapices sobre las Cazas de Maximiliano.

De hecho, van Orley que ya venía de familia de pintores, creó un amplio taller donde participaron numerosos aprendices, incluyendo a sus tres hijos. Un lugar del que se formaron muchos pintores de la generación posterior, y a donde también acudieron otros artistas de renombre para conocer ese centro de trabajo. Como es el caso del alemán Alberto Durero, cuya visita a Berend van Orley se produjo en el año 1520.