Mercado de esclavos, Gérome
A lo largo de la historia de la pintura los artistas de todas las épocas han utilizado multitud de temáticas para justificar el desnudo, y en especial el desnudo femenino. De esta manera, las pinturas mitológicas, históricas o incluso las religiosas se presentaban a los pintores como una mera excusa para poder representar mujeres escasas de ropa.
Jean Léon Gérome (1824 – 1904) fue uno de los artistas más ilustres del periodo clasicista que trabajó tanto la pintura como la escultura. Parece ser que el artista pudo formarse con Delaroche con quien viajó por Europa y de su mano le llegaron los primeros reconocimientos artísticos. A mediados de siglo el artista hace uno de los viajes que más le influirán a lo largo de su vida y de su carrera: Egipto. Allí Gérome ambientará muchos de sus cuadros que, más tarde, fueron muy valorados por la Academia y, de hecho, la obra que aquí analizamos está ambientada en el exotismo de África que tanto llamaba la atención del artista.
Gérome ya había realizado antes otras pinturas en las que se trataba el tema de la esclavitud, pero en su mayoría habían estado ambientadas en la antigua Roma donde la venta de esclavos era una práctica muy habitual. Mercado de esclavos es un óleo sobre lienzo de formato vertical que mide unos ochenta y cinco centímetros de altura y poco más de sesenta y tres de anchura; la pieza se exhibe en la Colección Sterling Clark.
En esta ocasión el artista sitúa la escena en lo que parece ser un mercado al aire libre -aunque en realidad, no se tiene constancia de que Gérome hubiese estado en un mercado de este tipo durante su viaje a Egipto- donde una joven desnuda ocupa el centro de la composición. La joven está con una pierna ligeramente flexionada provocando una curva en su cadera que nos recuerda a las antiguas esculturas de Praxíteles; mientras tanto, el comprador examina sus dientes como si más que una persona fuese un animal y tras ellos, el vendedor sonríe complacido ante su inminente venta.
