Muchacha leyendo, Fragonard
La Muchacha leyendo quizás no sea una de las obras más conocidas del pintor rococó Honoré Fragonard pero sin lugar a dudas es una de las más profundas. A menudo se ha tachado a Fragonard de ser un pintor demasiado frívolo, ocupado en representar en sus lienzos los placeres carnales de la alta sociedad parisina, sin embargo en este lienzo encontramos un aspecto mucho más íntimo al que el pintor no nos tiene tan acostumbrados.
Jean – Honoré Fragonard (1732 – 1806) es uno de los pintores más destacados y prolíficos de la estética Rococó que surgió en Francia a lo largo del siglo XVIII. Hijo de un sastre caído en desgracia, el joven Fragonard comenzó sus estudios de pintura junto con Chardin y posteriormente entró a formar parte del taller de Boucher. Antes de entrar en la Real Academia de Bellas Artes de París pasó un tiempo becado en Italia donde pudo conocer las pinturas de los grandes clásicos. A su regreso el artista empezó a pintar las escenas cortesanas que tanto demandaba la corte de Luis XV destacando por la sutileza y el colorido de sus composiciones.
Es importante destacar que Fragonard fue un pintor que supo adaptarse a los gustos de la época y a las demandas de sus clientes, pero también fue capaz de explorar nuevos temas y técnicas. Aunque es conocido por sus escenas de amor y placer, también realizó retratos, paisajes y escenas de género. Su estilo se caracteriza por la ligereza, la elegancia y la sensualidad, con un uso del color y de la luz que anticipa el impresionismo.
Tras la Revolución Francesa y la caída de la burguesía el artista decidió abandonar la capital para pasar algún tiempo en su Grasse natal. Cuando a principios del siglo XIX el artista regresó a París, su pintura de tipo cortesano había caído en el olvido y el artista murió sumido en el olvido y la miseria.
La Muchacha leyendo es una obra realizada en óleo sobre lienzo que dataría de en torno a 1776 y que en la actualidad se conserva en la National Gallery of Art de Washington. Se trata de una obra de pequeño formato – poco más de 80 cm de alto y 65 de ancho- en la que se representa a una joven perteneciente a la burguesía sumida en una apacible lectura. No se conoce la identidad de la joven, quizás alguna de las damas que visitaba la corte del rey pero lo cierto es que la escena trasmite al espectador gran calma y serenidad.
Aparece sentada y dispuesta de perfil mientras lee un pequeño libro que sujeta con la mano derecha. La chica está ataviada con un precioso y abullonado vestido amarillo donde destacan los pomposos cuellos blancos. El pelo está recogido en un moño alto que sujeta con un lazo de color beige a juego con otros lazos del vestido. Su postura es delicada y la joven aparece ajena a la mirada del espectador, sumida en su lectura ni siquiera aparta los ojos del libro que la ocupa.
La escena se compone a través de líneas verticales marcadas por la esquina de la pared y la disposición de la muchacha, mientras que el reposabrazos de su asiento marca una potente línea horizontal. El artista ha demostrado una gran maestría en el colorido de la composición que remite a las obras que Renoir pintará sobre la alta sociedad parisina en el impresionismo. El colorido del vestido de la joven se contrapone con el fondo oscuro y plano de la pared.
Además, es importante destacar el uso de la luz en esta obra. Fragonard utiliza la luz para destacar a la figura de la muchacha y su vestido, mientras que el fondo permanece en la sombra. Esta técnica, conocida como claroscuro, crea un fuerte contraste que acentúa la sensación de profundidad y volumen. La luz también juega un papel importante en la creación del ambiente íntimo y tranquilo de la escena. La muchacha parece estar envuelta en una suave luz que realza su belleza y su concentración en la lectura. Esta obra es un ejemplo perfecto de la habilidad de Fragonard para capturar la atmósfera y las emociones de una escena.