Mujer en el baño de Rembrandt
Esta tela pintada al óleo por el artista holandés Rembrandt en el año 1655 se conserva en la actualidad en la National Gallery de Londres.
Rembrandt a lo largo de su vida pintó infinidad de temas en sus cuadros: pintura religiosa, costumbrista, retratos y autorretratos, y también mujeres desnudas o en poses íntimas e insinuantes. Este cuadro de Mujer en el baño puede servir de ejemplo de esta última temática, pero aquí también entrarían otras famosas obras de este genio del Barroco holandés y europeo como Susana en el Baño, Danae o Betsabé con la carta de David.
Pero tanto en este tipo de obras como en otras en diversa temática, la característica común a todo el arte de Rembrandt es que la luz siempre parece que se está extendiendo continuamente por la imagen, siempre de un modo peculiar, en el que baño de luz parece dirigirse hacia las sombras para finalmente mostrar y descubrirnos a los espectadores los elementos de la composición, sean éstos, personas u objetos.
En este caso estamos hablando de una obra de madurez, y por lo tanto hay recursos pictóricos que Rembrandt tiene perfectamente controlados a esa edad. Por ello, en este cuadro consigue que la luz penetre en la oscuridad de la escena, lo cual le sirve para envolver a la muchacha en una atmósfera suave y muy íntima, pero al mismo tiempo misteriosa, cuando en realidad la mujer va a hacer algo de lo más común, como es dedicarse un rato a su higiene más personal.
Aquí consigue esas sensaciones a partir del uso de una paleta de colores muy suavizados, casi apagados, donde la armonía de tonos oscuros hacen que resplandezca la chica, de carnes muy claras y con un camisón tremendamente blanco. Como si su figura emergiera de las sombras del fondo. Y desde luego la mirada del espectador, inmediatamente se dirige hacia su cuerpo iluminado y que ocupa todo el centro y la vertical de la composición.
Es tal la maestría de Rembrandt que consigue dibujar el cuerpo de la chica gracias con el vestido mojado y adherido a su cuerpo.
Como siempre que este artista pinta mujeres, se trata de mujeres hermosas, del tipo fisionómico del norte de Europa, es decir, de presencia rotunda y voluminosa. Cada una de ellas es de proporciones armoniosas. Y con ella pretende simbolizar la vida misma.
De hecho, una de las características del arte de Rembrandt es su enorme capacidad para pintar de un modo muy realista, algo que aquí plasma con su capacidad para dar peso a la mujer, notar la densidad de la carnes de la muchacha, a la cual parece que la vemos respirar y encogerse al notar el agua fría en sus piernas.
Esto no fue algo muy del gusto de su época, porque los más críticos con Rembrandt le achacaban que pintaba una realidad sumamente cruda. No obstante, con el paso de los siglos esa es una de las grandes señas de identidad de este artista.