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Mujer tocando la tiorba ante dos hombres de Gerard Ter Borch

Publicado por A. Cerra

Mujer tocando la tiorba ante dos hombres de Gerard Ter Borch

Gerard Ter Borch el Joven (1617 – 1681), artista barroco de los Países Bajos se formó viajando y pintando con su padre de idéntico nombre. En sus primeros años vivió en Italia, y ahí demostró su talento precoz. Algo que después se confirmó a su regreso a Ámsterdam y Haarlem. Sin embargo, no solo heredó de su padre el gen pictórico. También su afición por el movimiento y el viaje, de manera que a lo largo de su vida desarrolló su carrera por distintos países de Europa. Se sabe que estuvo en Italia por supuesto, pero también en Gran Bretaña, Alemania, Francia o España. De hecho, en algunos de esos lugares sus pinturas se convirtieron en crónicas de la época, como la pequeña obra que hizo en la ciudad alemana de Münster donde asistió y pintó en 1648 el Tratado de Paz de Westfalia que significó la independencia de los Países Bajos respecto de España.

El caso es que tras tanto viajar, por fin en el año 1654 contrajo matrimonio y ya de forma definitiva se estableció en la ciudad neerlandesa de Deventer donde falleció muchos años después.

Allí realizó numerosas obras de retrato y de escenas costumbristas como esta que hizo entre los años 1667 y 1668, y que en la actualidad se conserva en la National Gallery de Londres. Un óleo que muestra bien a las claras las características típicas de su arte. Es decir una refinada técnica pictórica que le permitía representar con virtuosismo cualquier objeto, al igual que era capaz de dotar de matices psicológicos a sus personajes.

En este caso, toda la escena está repleta de detalles. La chica que toca el instrumento musical es un derroche de calidad. Podemos apreciar el brillo y el tacto del satén de su vestido o fijarnos en el ribeteado de su corpiño. La música parece resonar en la estancia, y con un poco de imaginación podemos escucharla como hacen esos dos hombres, que incluso parecen acompasar la melodía con las letras de la canción leídas en un libro.

Eso en cuanto a los personajes, desbordantes de vida pese a la quietud de la escena. Pero no hay que descuidar otros muchos detalles como el perro de aguas que contempla y escucha al grupo, o el tapiz truco que cubre la mesa, o la cama con dosel del fondo o el naipe caído en el suelo.

Lo cierto es que pintó en otras ocasiones a estos personajes, e incluso hay otras obras suyas en las que se repiten algunos objetos como el candelabro o la cajita de plata que hay sobre la mesa. Todo para representar escenas de carácter cotidiano, que seguro que en la época estarían cargadas de algún significado simbólico sobre el que solo podemos especular en la actualidad.