Mural de la Industria de Detroit de Diego Rivera
El mexicano Diego Rivera, después de haber creado algunos impresionantes murales en su país natal como los que había creado para las paredes del Palacio Nacional en Ciudad de México, recibió en los años 30 un encargo que le hacía gran ilusión. Se trataba de realizar varios murales en los Estados Unidos para siete espacios públicos de gran relieve.
De todos ellos el más relevante era el que debía hacer para el Institute of Arts de Detroit, donde se le pidió que plasmara la historia industrial de esta ciudad tan vinculada con la fábrica de coches y otras muchas factorías. Le gustó tanto la idea que aunque el encargo inicial consistía en pintar dos grandiosos murales en las paredes norte y sur del patio del edificio, el pintor acabó realizando un ciclo de 27 paneles distintos en ese espacio.
Para ello pasó antes dos meses en Detroit recorriendo la ciudad y todo su tejido industrial, incluidas las instalaciones de la marca Ford, verdadero referente del automovilismo en Estados Unidos. De hecho esta fábrica fue muy importante para la representación, ya que queda reflejado como se trabajaba en cadena para construir un modelo revolucionario para aquellos años de 1932 a 1933, ni más ni menos que la fabricación del V8.
No obstante en el conjunto también quedan reflejadas otras fábricas de la por entonces rica ciudad del estado de Michigan. Así como Rivera no dejó atrás su visión social del mundo, y por eso por ejemplo dejó un hueco para contar que la sociedad norteamericana era algo interracial, un país levantado a partir del trabajo realizado por gentes de raza blanca, negra y amarilla, además de otros de piel cobriza llegados de los países del sur del continente.
También plasmó como muchos trabajadores corrían un gran riesgo en sus fábricas, sobre todo aquellos que estaban ocupados en la industria química, y los retrata equipados con mascarillas, a veces no demasiado prácticas. Por cierto, repetimos la fecha de ejecución de los murales, 1932 – 1933, por si alguien quiere establecer paralelismos con lo que luego ha pasado en muchas industrias químicas.
Más allá de estas cuestiones, lo cierto es que el conjunto es esplendoroso, y Rivera fue capaz de componer un conjunto donde aparece la importancia de la maquinaria y el colectivo obrero, formando todo el conjunto una especie de productiva coreografía.
Y un último detalle, en el panel central del muro sur, en su esquina inferior derecha se ven dos figuras. Son precisamente Essel B. Ford, presidente de la marca de coches y de perfil se puede identificar al doctor William R. Valentiner, quien supervisaba el desarrollo de las pinturas. Ambos aparecen aquí como mecenas, de un modo muy parecido a como se hacía retratar los encargantes de arte durante los tiempos del Renacimiento.