Naturaleza muerta con naranjas y manzanas
Durante algunos años, la pintura de Paul Cezanne estuvo ligada a los ideales impresionistas que seguían otros pintores como Monet, Renoir, Degas, etc. Sin embargo, el ideal artístico del pintor parisino no acababa de encajar con la estética impresionista y quizás por ello, Cezanne junto con otros artistas como Van Gogh o Gauguin hayan sido calificados como postimpresionistas; una serie de pintores que, con su concepción artística innovaban nuevos parámetros que acercan sus pinturas más a las corrientes de las nuevas vanguardias artísticas que al impresionismo.
Cezanne (1839 – 1906) que a día de hoy está considerado como uno de los mejores pintores de todos los tiempos, no fue demasiado apreciado en vida ni por el gran público ni por la crítica en general, tan sólo un pequeño grupo de artistas impresionistas supieron valorar su actividad artística y tuvo que ser la historia quien se encargase de poner a este genio en el lugar que le correspondía. Se formó en la Academia Suiza de Parista ya que fue rechazado en la Academia de Bellas Artes y pasó en la Provenza rodeado de naturaleza. No fue hasta la muerte de su padre y la posterior herencia que su hijo recibió cuando Cezanne pudo dedicarse libremente a la pintura. Desde ese momento, sin preocupaciones económicas que le atormentasen el artista se consagró al arte, un arte que le llenaba y que consideraba propio, olvidándose de hacer obras que agradasen a la crítica.
En este contexto el artista encontró en el bodegón, un género pictórico considerado inferior, uno de los mejores recursos para exponer su estética. En esta ocasión analizamos un bodegón en concreto conocido como Naturaleza muerta con naranjas y manzanas, un óleo sobre lienzo que data de entre 1895 y 1900 y que en la actualidad se exhibe en el Museo de Orsay de Paris. El artista nos presenta un conjunto de frutas en distintos recipientes, algunas incluso se han salido del plato o del frutero que las contenía¬ para caer en una sábana que cubre la mesa. En realidad, el pintor no se ha preocupado demasiado por que el aspecto de las frutas fuese realista, más bien todo lo contrario; Cezanne plantea una pintura en la que lo más reseñable es la forma, algunas naranjas o manzanas son completamente esféricas y poco realistas.
El pintor también juega con las perspectivas de los objetos ofreciéndonos incluso dos vistas de un mismo objeto como del frutero central que se representa visto desde arriba y desde abajo, un juego visual que produce la sensación de que el objeto está a punto de caerse.