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Naturaleza muerta de Samuel van Hoogstraten

Publicado por A. Cerra

Naturaleza muerta de Samuel van Hoogstraten

Los Hoogstraten fueron unos relevantes pintores de la ciudad de Dordrecht en los Países Bajos. El padre fue Dirck van Hoogstraten, quien enseñó las nociones del arte de la pintura a su hijo Samuel van Hoogstraten (1627 – 1678). Aunque para ser justos hay que decir que el vástago también pasó una larga temporada de varios años junto al gran Rembrandt en su taller de Ámsterdam. Y no fue más el primero de los largos viajes que realizó.

Samuel van Hoogstraten estuvo un tiempo en la capital austriaca, en Viena, donde permaneció pintando diversos encargos para el emperador Fernando III. Y tras eso siguió sus viajes primero por Roma, y más tarde por Londres, donde residió durante unos cuatro años. Pero al final regresó a su país, pero a la ciudad de La Haya en la que se convirtió en miembro de la importante asociación Pictura. Y desde 1670 se asentó en su Dordrecht natal, donde murió.

Con todos estos viajes es lógico imaginarse que Samuel van Hoogstraten fue un pintor con numerosos intereses y también influencias. Si bien sus orígenes en Países Bajos, con una tradición pictórica tan importante fueron la base de todo su arte. Primero con el gran poso que le dejó la maestría de Rembrandt y después con su habilidad natural para realizar una pintura minuciosa y de precisión.

En esta línea del detallismo más cuidado y absoluto hay que enmarcar esta Naturaleza muerta que hizo hacia el año 1667 y que actualmente se custodia en el Staatliche Kunsthalle de la ciudad alemana de Karlsruhe.

Se trata de una obra eminentemente barroca ya que es uno de los trampantojos más emblemáticos de la pintura ilusionista que en muchas veces realizó van Hoogstraten. El autor parece pintar una bandeja repleta de cosas tan cotidianas con un peine, unas medallas o una pluma para escribir. Y todas esas cosas están plasmadas con un exquisito realismo y detallismo. Hasta el último pormenor se ha representado, sea en el papel escrito o en la cadenas de un camafeo. Todo se ve a la perfección, parece real, e incluso el marco del cuadro se confunde con el borde esa bandeja que parece dispuesta en posición vertical, y donde “se impide” que las cosas se caigan al suelo por la presencia de esas banda de tela que lo sujetan todo.

Es un bodegón o naturaleza muerta muy distinta a otras que se hacían en la época, y donde había objetos como instrumentos de música, libros, frutas o flores, pero que generalmente se colocaban sobre una mesa o algo horizontal. Sin embargo, aquí el pintor juega con el espectador y lo presenta todo en vertical, con ese hábil e ilusionista trampantojo.