Naturaleza muerta musical de Bartolomeo Bettera
En realidad el título completo es Naturaleza muerta con dos laudes, un virginal y libros sobre una mesa recubierta con una alfombra. Es decir, un título que de la forma más aséptica posible nos indica todos y cada uno de los elementos que componen este bodegón con instrumentos musicales.
El artista barroco Bartolomeo Bettera (1639 – 1687) pintó a lo largo de su vida muchas naturalezas muertas compuestas por instrumentos de música, y eso se enmarca dentro de una tradición que se dio en la ciudad de Bérgamo, en la región de Lombardía al norte de Italia. Pero de entre toda su producción, este cuadro que realizó hacia el año 1670, posiblemente sea una de sus mejores obras y en la actualidad se puede ver en The Israel Museum de Jerusalén.
Y, ¿por qué se puede considerar una de sus mejores obras? Por la extraordinaria técnica con la que está pintada. Algo que por ejemplo se puede apreciar en los efectos de brillo dorado que hay en los dos laudes, ambos dispuestos como boca abajo. Y también son de una enorme delicadeza los pliegues que se ven en la cinta del laúd del primer plano.
La magia de este tipo de bodegones es que con pocos elementos se consigue crear una escena atractiva, decorativa, basándose en la realidad y la fidelidad por mostrar los objetos tal y como son. Y curiosamente, al mismo tiempo los grandes maestros de los bodegones durante la pintura barroca, como el español Francisco Zurbarán (Limones, naranjas y rosas) o el flamenco Willem Kalf, son capaces de aislar por completo estos mismos elementos de la realidad, algo que consiguen gracias a la iluminación y unos fondos imposibles.
También tiene esta misma cualidad el cuadro de Bettera, ya que el fondo es de una negrura total, lo que descontextualiza la mesa donde están los instrumentos. Si bien, nos da una alfombra oriental en la parte más baja del lienzo para darnos una pista de que este tipo de escena solo se pueden dar en una casa acaudalada, las cuales por otra parte, son las que compran sus cuadros. Estos eran sus clientes, y para ellos componían estas imágenes que de alguna forma tenían una vocación sinfónica, ya que los compradores debían ser grandes aficionados a la música, y podían imaginar melodías en las que sonaban los instrumentos que protagonizan la imagen.
Por ello los pintores especializados en este tipo de bodegones, como el propio Bettera o su maestro Evaristo Baschenis, eran grandes conocedores de la música de su tiempo y de los propios instrumentos, de hecho trabajaban muy cerca de algunos de los mejores lutieres de Italia, procedentes de la vecina lombarda de Cremona.