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Niños comiendo fruta, Murillo

Publicado por Laura Prieto Fernández

Los niños comiendo fruta o Niños comiendo uvas y melón es una de las obras más destacadas del artista del Barroco Bartolomé Murillo. En una época en la que España se encontraba sumergida en una de las peores crisis política y económica que ha conocido en toda su historia, el arte, la literatura y la cultura en general, vivieron uno de los momentos más esplendorosos, el conocido como Siglo de Oro Español.

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En esta época surgieron grandes artista, uno de ellos y quizás el más destacado sea la figura de Diego de Velázquez, pero junto a éste aparecieron otros artistas de la talla de Bartolomé Murillo que hicieron del XVII el siglo de los grandes maestros de la pintura española. Esteban Bartolomé Murillo (1617 – 1682) será el pintor más destacado de la escuela sevillana durante esta etapa, si bien es cierto que en general Murillo se hizo famoso por sus conocidos lienzos de temática religiosa –especial mención merecen sus inmaculadas que pasaron a la historia estableciendo un nuevo prototipo de virgen- no menos destacados fueron las obras de género que plasmaban las duras condiciones de la sociedad española en general y de la sociedad sevillana en particular.

La obra que aquí nos ocupa se trata de Niños comiendo fruta, es un óleo sobre lienzo que el artista debió de pintar entre 1645 y 1650; en la actualidad el lienzo se encuentra en la Antigua Pinacoteca de Múnich; en realidad, no parece extraño que este tipo de lienzos se encuentre fuera de España, de hecho casi todas las obras con temática de género se encuentran hoy en el Norte de Europa, seguramente porque la mayoría de ellos fueron vendidos a comerciantes flamencos. La escena se desarrolla en el interior de una lúgubre y harapienta vivienda donde dos niños de unos diez años disfrutan hambrientos de un banquete de fruta.

Uno de los niños se encuentra sentado sobre un gran madero que le hace elevarse sobre su compañero, mientras con una mano sostiene una raja de la fruta, con la otra aguanta la navaja que le sirve para cortar; tiene la mejilla izquierda hinchada por culpa de la comida y se vuelve hacia su compañero en un gesto confidente. A su lado el otro pilluelo aparece sedente en el suelo, comiendo un racimo de uvas verdes mientras con la otra mano sostiene una raja de melón que le ha ofrecido su compañero. Por la disposición de los jóvenes, el ansia con la que comen y sus mugrientas obras el artista nos da a entender que los pícaros han robado la fruta para comerla a escondidas furtivamente.

Especial mención merece la cesta de fruta que descansa al lado de los jóvenes como si de un verdadero bodegón se tratase. La composición es muy barroca con fuertes diagonales que cruzan completamente el lienzo, la luz por su parte presenta un marcado carácter tenebrista fruto de las influencias de Caravaggio difundidas por toda Europa, se trata de una luz dorara que ilumina a los jóvenes dejando en tinieblas el resto de la estancia.