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Paraje con gruta de Joos de Momper

Publicado por A. Cerra

Paraje con gruta de Joos de Momper

Este óleo pintado sobre tabla de madera se encuentra en el Rheineshes Landesmuseum de la ciudad alemana de Bonn. Se trata de un cuadro pintado por el artista neerlandés Joos de Momper el Joven (1564 – 1635) y es un fantástico ejemplo de cómo hubo un momento en la historia del paisajismo en el que la montañas se convirtieron en el gran motivo de inspiración para el género. De hecho las montañas y los enclaves con cuevas se tienen que considerar prácticamente un subgénero como son los cuadros con vistas marinas o las de paisajes urbanos.

Eran los años del Barroco, un tiempo en el que fue habitual que muchos pintores de los Países Bajos se desplazaran hacia Italia, y a su paso se encontraban con la imponente cordillera de los Alpes. Es decir, pasaban por unos lugares radicalmente a las tierras llanas a las que tenían acostumbrada su mirada. De forma que quedaban fascinados por esa naturaleza tan agreste y salvaje.

Joos de Momper el Joven fue uno de los pintores que se quedó maravillado ante esas panorámicas y esos descubrimientos. Pero no se conformó con convertirlos en motivo de inspiración, le parecían tan grandiosos que en más de una ocasión los sublimaba tanto que alcanzaba el tono de fantasía o de lugares de adoración.

En ese sentido las cuevas y grutas fueron parajes especialmente buscados. En muchas ocasiones se representaban desde una vertiente religiosa, ya que no es extraño que este tipo de cavidades naturales se convirtieran en el hábitat de viejos ermitaños y anacoretas, que acaban por ser venerados, tanto ellos como el lugar donde habían llevado esa vida ascética.

No obstante, en esta ocasión Momper elige una cueva con otra intención. Plasmar la devoción como artista que él y otros de sus colegas sienten por esos espacios cargados de belleza, magia y misterio. De ahí que en la parte inferior izquierda, a una escala ridículamente diminuta, se vea a tres pintores que están tomando apuntes de esta gruta. Están maravillados ante el aspecto del lugar y desde luego están empequeñecidos ante la brutal hermosura y las dimensiones del sitio.

Además de la belleza natural, estas cuevas y grutas también ofrecían un desafío técnico para los artistas. Capturar la luz y la sombra, la textura de la piedra y la sensación de profundidad requería habilidad y precisión. Momper, conocido por su dominio del color y la luz, se destacó en este aspecto. Sus grutas no son solo lugares de belleza, sino también estudios de la interacción de la luz con la naturaleza.

A lo largo de su carrera, Momper pintó una serie de estas escenas de grutas, cada una con su propio carácter y atmósfera. Algunas son tranquilas y serenas, otras son dramáticas y amenazantes. Pero todas ellas comparten una sensación de asombro y reverencia por la naturaleza.

Esta obra datada en el año 1600 viene a ser como una confirmación de toda una tendencia estética que había aparecido en el siglo XVI, el cual por otra parte también se puede considerar el comienzo de una práctica similar al alpinismo. Unas excursiones a las montañas alpinas que comenzaron a realizar tanto escritores como científicos de Suiza. De modo que unos mediante las palabras y otros mediante las imágenes empezaron a representar este tipo de paisajes montañosos, que pronto acabaron por transformarse en motivos artísticos.

La influencia de estas pinturas de paisajes montañosos y grutas fue profunda y duradera. Incluso hoy en día, podemos ver ecos de la obra de Momper en la forma en que los artistas y fotógrafos representan la naturaleza. Su enfoque de la naturaleza como algo sublime y majestuoso, algo para ser admirado y respetado, ha dejado una huella indeleble en la historia del arte.