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Piedad, Fernando Gallego

Publicado por Laura Prieto Fernández

En la Europa de finales del medievo y principios de la Edad Moderna, las influencias entre unas y otras escuelas de pintura se hacían cada vez más palpables. En este sentido debemos señalar como la tradición flamenca cada vez estaba más presente en las obras españolas y especialmente en las de Fernando Gallego ya que si hubo un pintor español que realmente supo representar la estética norteña ese fue el pintor salmantino, sus obras son cercanas a las formas de Roger Van der Weyden o incluso de Dirk Bouts.

La obra que aquí analizamos se trata de una tabla que mide unos ciento dieciocho centímetros de altura y poco más de ciento dos de anchura. En la actualidad, se exhibe como parte de la colección del Museo del Prado de Madrid y según los expertos podría datar de en torno al año 1470, convirtiéndose así en la primera obra conocida del pintor. En realidad, no son muchos los datos que se tienen acerca de esta fabulosa pieza, no sabemos ni quienes son los donantes ni tampoco en el contexto en el que fue realizada aunque los estudios realizados al respecto nos hacen plantearnos la posibilidad de que se tratase de una pieza conmemorativa destinada a presidir algún enterramiento.

El tema representado en esta tabla es conocido como La Piedad o La Quinta Angustia, un tema de origen alemán y muy inspirado en las obras de Van der Weyden quien siempre disponía la escena con un fondo urbano que también ha representado el pintor español. La cruz del calvario está ligeramente desviada del centro de la tabla y a sus pies encontramos la figura de la Virgen que sostiene en brazos a su Hijo sin vida. María aparece ataviada con una túnica roja -símbolo de la pasión que sufrió su Hijo- y una capa azulada que contrasta con el cuerpo blanquecino de Cristo sin vida. Los pliegues de la vestimenta de María crean una gran volumetría muy del gusto flamenco – aunque eso sí, poco naturalistas- y otorgan al grupo una composición piramidal que domina por completo la tabla.

A la derecha de este grupo aparecen representados los donantes que de los que, como ya hemos dicho, no conocemos su identidad pero en los que se aprecian los ricos ropajes de la época así como el inicio del Salmo 50 con la frase en latín Miserere mei Domine, apiádate de mí Señor.