Pintura Románica en España
España cuenta con importantes manifestaciones de pintura correspondiente a este estilo, igual que con destacados ejemplos de arquitectura y escultura. Podemos distinguir dos escuelas o maneras diferentes de concebirla. En Cataluña destacan las pinturas de los ábsides de las dos pequeñas iglesias de montaña de Tahull, San Clemente y Santa María, ejemplificando las características de la escuela catalana. Quizás su principal rasgo sea la influencia bizantina, ya que tanto el “Pantocrátor” de la iglesia de San Clemente, como la “Virgen y el Niño” de la de Santa María, aparecen inspiradas en los iconos bizantinos. Las representaciones, al corresponder a la tipología de “manifestatio”, se sitúan en el lugar más destacado de la iglesia, en la bóveda del ábside. Ambas representaciones responden al ideal estético románico, aparecen rígidas, hieráticas, atemporales, situadas en un espacio “que no es de este mundo”, no hay referencias espaciales ni paisajísticas, tan solo franjas de colores que habría que interpretar como alusivas a la profundidad. La disposición de las figuras es simétrica, construidas con los convencionalismos acostumbrados: ojos almendrados, nariz y cejas silueteadas (son muy semejantes los trazos de María y de Cristo), plegados caligráficos, pintura eminentemente lineal, expresiva, que condensa en pocas imágenes un mensaje concreto, didáctica, en suma. La gama cromática nos presenta una importante variedad de azules, grises, aunque también encontramos rojos u ocres, pero son colores que tienden a la gama oscura.
La otra escuela de pintura románica española se denomina la “escuela castellana”, y está representada por las pinturas de San Isidoro de León o las de San Baudilio de Berlanga. Toda la obra de San Isidoro es grandiosa, pero para muchos autores, la supremacía se la llevan los frescos que cubren los muros y las bóvedas del Panteón Real. Éste es un espacio rectangular dividido en seis tramos por dos gruesas columnas centrales. Cuatro pilares con columnas adosadas soportan el resto de las presiones de las bóvedas de arista, que son de escasa altura. Datadas en el s. XII, estas pinturas al fresco sobre muro representan una temática amplia e incluyen un intenso ciclo de la infancia de Jesús, saltando después hacia la Pasión, finalizando con escenas apocalípticas. Se encuentran extendidas por las bóvedas. El intradós de los arcos y en algún muro. Dado que las pinturas de los muros son de menor calidad, se sospecha que pertenecen a autor o autores distintos a los de las bóvedas.
En el muro se representan escenas de la vida de la Virgen y en las seis bóvedas aparecen las siguientes escenas:”Degollación de los Inocentes”, “La última Cena”, “Pantocrator acompañado por el Tetramorfos”, varias escenas de la “Pasión” y la “Anunciación a los pastores”.
La representación pictórica nos recuerda la de los libros de miniaturas, en los cuales se inspira. Los contornos se realizan en negro y los interiores se rellenan de color, el cual es plano; la relación con la escultura es total: figuras carentes de perspectiva, el tamaño de las figuras se jerarquiza, según se trate de Cristo, presente en un gran Pantocrátor, o de personajes más cercanos a la Divinidad. Así, por ejemplo, en la Anunciación, los ángeles son de mayor tamaño que los pastores. Sin embargo las representaciones animalísticas son de gran realismo. Cabe estacar la colocación y situación de los personajes aprovechando la forma de la bóveda, y como elemento distintivo de esta escuela respecto a la catalana la mayor riqueza cromática y la abundancia de los tonos claros, de la gama de los ocres. Los intradoses de los arcos están totalmente decorados con dibujos de rosetas que semejan a los realizados en las claves de las bóvedas. De todo el conjunto, destaca por la ingenuidad y tranquilidad que transmite, la escena de la “Anunciación a los pastores”,
No hay en la pintura románica obra comparable a la de San Isidoro de León, por ello se le ha denominado muchas veces como la “capilla Sixtina del Románico”.