Porcelana de la dinastía Ming
Como tantas otras cosas que están asentadas hoy en día en la cultura de medio mundo, también la porcelana se supone que nació en China. Concretamente los estudiosos consideran que en el gigantes asiático se comenzó a trabajar este material ya en tiempos de la dinastía Han, entre los siglos II antes de Cristo y el III de nuestra Era.
Lo cierto es que la porcelana china fue desde el primer momento muy apreciada en Europa, ya desde los primero intercambios comerciales en tiempos de Marco Polo. Y también los propios chinos valoraban mucho sus trabajos de porcelana. De hecho, durante siglos se requisaban en los hornos del imperio las mejores piezas que se producían.
En el siglo XIII se fundó en la ciudad de Jingdezhen un departamento exclusivo para la cerámica. Y una vez que llegó al poder la Dinastía Ming (1368 -1644) allí mismo se construyó una enorme fábrica dedicada en exclusiva a la porcelana, que abastecía a muchos lugares pero sobre todo a la corte que vivía en Pekín.
Un ejemplo puede ser el jarrón que aquí mostramos, u otros muchos que hoy en día se pueden ver en el Museo Nacional del Palacio de Pekín.
En él se aprecian algunas de las cualidades más habituales de la porcelana que se realizó en China durante este periodo. Ya que por regla general son piezas con un fondo blanco y todos los motivos decorativos en un tono azul cobalto. Un color que se realizaba con sustancias traídas desde Occidente, por ello se llamaba “azul mohamedano”.
Esta pintura se aplicaba antes de vidriarse, ya que el proceso de trabajo era el siguiente. Primero se mezclaban los materiales básicos de la porcelana, es decir, feldespato, caolín y agua. Esa mezcla se moldeaba y se le daba forma. Tras eso ya se podía pintar. Y después se cocía en el horno a temperaturas que superaban los 1250 grados. Ese proceso es el que consigue el característico vidriado de estas piezas.
Y este jarrón también muestra uno de los motivos decorativos más tradicionales en la cultura china: el dragón. Eso hace que la podamos identificar con los emperadores, ya que es un dragón que va surcando las nubes, algo que simboliza su supremacía sobre sus súbditos. De hecho, era una imagen que solo se podía usar en objetos vinculados a la corte imperial. Y más aún cuando eran dragones voladores con cinco garras.
Aunque no hay que engañarse, también existían en China por aquellos tiempos las copias. No todas las porcelanas con el dragón del emperador o el fénix de la emperatriz salían de la fábrica de Jingdezhen. Existían muchos hornos clandestinos que se saltaban la ley y realizaban este tipo de piezas para las clases más bajas.