Procesión de la Liga del 5 de junio de 1590
Esta obra se le atribuye al pintor François Bunel el Joven, o a su círculo de discípulos, ya que hay que tener en cuenta que Bunel se convirtió en el pintor de cámara del rey francés Enrique IV y que por lo tanto era muy influyente.
Esta obra que en la actualidad conserva el Museo de Bellas Artes de Valenciennes no se entiende sin el contexto histórico de su época y la posición de pintor de cámara del artista.
Enrique IV o Enrique de Navarra había sido nombrado por Enrique III su sucesor, pero el gran problema es que se trataba de un monarca de religión protestante, lo cual supuso la total oposición de los católicos, cuyos personajes más influyentes se agruparon en la Liga.
Y a ese grupo de católicos intransigentes es a los que pinta en esta obra,así como en otras varias que se conservan en distintos museos. Y siempre se trata de procesiones en las que se les representa en un tono satírico, en muchas ocasiones realmente denigrante.
La escena que representa ocurrió en la realidad, ya que en junio de 1590 París todavía era una ciudad católica que se resistía al poder de Enrique IV, quien la asediaba desde el exterior y provocaba numerosos incendios. Pero la Liga Católica organizó una demostración de fuerza promoviendo una procesión armada.
Ese desfile nos muestra a muchos frailes armados con arcabuces y corazas, así como seglares, y ninguno tiene apariencia militar, sino que más bien tienen un aspecto bastante grotesco. Al mismo tiempo Bunel también nos presenta a muchos parisinos, parados en las calles viendo pasar la procesión un tanto esperpéntica. Tal vez por eso no muestran excesivo entusiasmo hacia esas tropas. Además de que se sabe que estaban bastante coaccionados por los miembros de la Liga Católica, ya que habían instaurado en París una especie de régimen del terror, persiguiendo a los protestantes y también a cualquier católico que planteara la rendición o un posible pacto con los protestantes.
Lo cierto es que Enrique IV no puedo entrar en París hasta el año 1594, y para entonces ya se había tenido que pasar al Catolicismo. Así se convirtió en rey de todos los franceses, para lo cual debió promover un programa de reconciliación y tolerancia que ciertamente tuvo mucho éxito teniendo en cuenta los años de guerra entre dos facciones que habían dejado el país devastado y dividido en dos bloques que parecían irreconciliables.