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Retrato de Cristina de Dinamarca, de Holbein el Joven

Publicado por A. Cerra

Retrato de Cristina de Dinamarca, duquesa de Milán

Esta obra la realizó en el año 1538 el artista renacentista Hans Holbein el Joven, y en la actualidad se expone en la National Gallery de Londres, donde por cierto se muestra una de las obras maestras de este pintor: Los embajadores.

El retrato de Cristina de Dinamarca, duquesa de Milán, también es una obra muy importante dentro de la producción pictórica de Holbein, ya que es el único retrato femenino de cuerpo entero que se ha conservado. Y además, también se dispone mucha información sobre cómo y cuándo se hizo, algo que no es muy común con la gran mayoría de obras de ese periodo.

Cristina cuando fue retratada tenía 16 años, y a esa tierna infancia ya estaba viuda del duque de Milán. La muchacha era la hija menor del rey Christian I de Dinamarca, el cual ya se había mostrado partidario de apoyar las ideas de Martin Lutero y su reforma protestante.

El caso es que el rey Enrique VIII de Inglaterra (al que por cierto también retrató Holbein) pidió tomarla como esposa, iba a ser ya la cuarta de este peculiar rey, aunque quería antes ver alguna imagen suya. Por eso, en marzo de 1538 se sabe que la joven accedió a posar para Holbein durante 3 horas. Un tiempo en el que el artista hizo diversos dibujos que le fueron enviados al monarca inglés.

Y al rey esos dibujos le parecieron hermosos, por esa razón, cuando Holbein ya estaba de nuevo en Londres decidió pintar este óleo sobre una gran tabla de roble (179 x83), con una imagen prácticamente a tamaño natural. Y se cuenta que Enrique VIII cayó completamente enamorado de esta figura. Si bien, Cristina de Dinamarca no acabó esposada con él, afortunadamente para ella viendo lo que sufrieron las esposas que tuvo aquel monarca.

Pictóricamente, estamos ante una figura de pie que está aislada sobre un fondo oscuro, y que aún se oscurece más con las sombras que genera la propia muchacha. Ella viste un traje de luto negro, sin adorno alguno. Con esos escasos elementos, Holbein el Joven es capaz de crear volumen e incluso darle vida gracias a detalles increíbles como ciertos tonos de brillo en la seda del traje.

Otro detalle importante son las manos de la mujer, ya que se decía que aunque no era muy agraciada, sus manos eran hermosas. Por eso se concentra en ellas y nos obliga a mirarlas, gracias a que su piel logra contrastar entre las diferentes texturas que la enmarcan: los encajes, el terciopelo y el anillo.

En definitiva, que esta obra posee muchas de las cualidades que hacen comprender porque Hans Holbein el Joven fue un retratista tan demandado en su época.