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Representaciones de María Magdalena, evolución en la pintura de El Greco (II parte)

Publicado por Laura Prieto Fernández

El primero de los lienzos con la temática de María Magdalena pintado por el Greco a su llegada a España que analizaremos será una obra que data de entre los años 1576 y 1578 y que en la actualidad se expone en el Museo de Bellas Artes de Budapest en Hungría. Se trata de una obra en la que aparece muy reflejada la influencia de Tiziano, en realidad en todos los lienzos que El Greco pintó bajo esta temática de La Penitente, se puede apreciar la influencia del pintor veneciano en las composiciones cercanas, inspiradas en un entorno natural y con la Magdalena como único protagonista.

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De esta forma nos encontramos ante un lienzo de carácter vertical, que mide unos ciento sesenta y cinco centímetros de altura y poco más de ciento veinte de anchura. En él María Magdalena ha sido representada en primer plano, aparece medio desnuda cubriendo su cuerpo con un grueso manto de tonos azules que deja al desnudo los hombros. El lienzo se ambienta en un paisaje natural rocoso en el que destacan los símbolos de la santa, una calavera descansando sobre el libro del Evangelio y una pequeña ánfora con el aceite que ungió a Jesús. En el lienzo podemos ver un colorido con mucha influencia de la escuela veneciana pero en donde a se hacen patentes algunos ecos de la pintura del artista como las formas anatómicas alargadas.

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Uso pocos años después, entre 1580 y 1586 el artista pintó una segunda versión con la misma temática en la que aún está presente la pintura de Tiziano. Esta composición nos encontramos a una Magdalena aún más cerca del espectador pero que como su predecesora levanta la vista al cielo. El colorido sigue estando basado en la gama cromática azulada como la dominante de la composición pero aun así ya no resulta tan frío como en la primera obra. Especial mención merece en la obra las transparencias en el vestido de la Magdalena con el cuello que deja entrever los cabellos rubios y que el artista ha trabajado con gran detallismo.

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Entre 1587 y 1596 el artista pintó un tercer lienzo en el que ya se puede observar una mayor evolución: pese a situarse también en primer plano la Penitente ya no aparece mirando al cielo sino a un crucifijo que sostiene entre las manos y al que se dirige con un claro gesto de arrepentimiento. También sus vestimentas han cambiado, ahora la santa viste un amplio manto rojizo con múltiples pliegues y su cabello está oscurecido. Las formas alargadas de sus manos nos remiten a la pintura más característica del autor sobretodo en la forma en la que se lleva la mano al pecho.

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Pero quizás sea la pintura realizada entre 1603 y 1607 la que más se identifique con la tradición de El Greco. Las formas fantasmagóricas quedan recalcadas por el cielo nuboso que ya utilizó en las vistas de Toledo. La santa aparece representada con gesto teatral frente a una cueva que alude a su condición de asceta pero también mostrando su hombro como eco de sus pecados del pasado.