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Retablo Borghese, Rafael (II parte)

Publicado por Laura Prieto Fernández

En la entrada anterior hablábamos de una obra de Rafael conocida como el Retablo Borghese o Retablo Baglioni y ya comentamos unas pequeñas pinceladas acercas de su historia y su encargo; en la entrada de hoy, analizaremos cada una de las tablas que conformaban el retablo para lograr recrear una idea global del mismo.

La pieza en conjunto data del año 1507 sin embargo, esta es la fecha en la que finalmente Rafael concluyó las tablas porque el trabajo para el encargo comenzó mucho antes, concretamente dos años antes en 1505. De esta fecha ya se conservan un buen número de dibujos preparatorios y esquemas compositivos en los que el artista plantea diferentes posibilidades para llevar a cabo una compleja composición en la que aparece un buen número de personajes y cada uno de ellos con distintas actitudes. De hecho, en las colecciones de arte que se conservan en Oxford podemos encontrar un dibujo preparatorio de la tabla principal en la que se puede observar como el esquema inicial no era un traslado sino una lamentación sobre Cristo muerto; la pieza contaba con un esquema muy tradicional, parecido a las composiciones que Perugino había realizado en Florencia a finales del siglo XV para la iglesia de Santa Clara de Florencia. Los expertos creen que esta composición más clásica se debía a las restricciones impuestas por el comitente, en este caso Atalanta Baglioni, y que finalmente Rafael logró esquivar.

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La tabla central representa un traslado del cuerpo de Cristo, es el momento en el que sus familiares y amigos llevan su cuerpo ya inerte desde la cruz hasta la sepultura. En la escena se aprecia la figura de Jesucristo situada en primer plano a la izquierda; su cuerpo es trasladado con una sábana blanca de la que tiran dos hombres con gran esfuerzo, mientras María Magdalena le sostiene su mano en un profundo lamento. A la derecha de la tabla, en un segundo plano más discreto aparece María exhausta ante el dolor de perder a su Hijo que pierde la consciencia y es atendida por las santas mujeres. En esta ocasión el artista ha creado una magnífica composición en torno al cuerpo de Jesucristo ya que a su vez aglutina a los personajes en un remolino y los hace mantenerse lo suficientemente alejados como para seguir siendo el personaje principal de la composición.

Rematando el retablo aparecía la figura de Dios Padre rodeado de ángeles que dirigía su mirada hacia la escena principal, hoy esta parte se conserva en la Galería Nacional de Umbría. Mientras en la predela aparecían tres figuras en grisalla que representaban a las virtudes teologales: la Fe, la Caridad y la Esperanza.