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Retrato de Fernando VII de Goya

Publicado por A. Cerra

Retrato de Fernando VII de Goya

Como pintor real, Francisco de Goya (1746 – 1828) pintó a muchos miembros de la monarquía española. Entre ese tipo de obras, seguramente el retrato más famoso sea el grupal de la Familia de Carlos IV. Pero luego debió pintar a esos personajes de manera individualizada, y uno que posó en diversas ocasiones y ataviado con distintos trajes y símbolos fue el siguiente rey, Fernando VII.

En esa ocasión el monarca luce el manto real y ostenta el collar del Toisón y la banda de Carlos III. Todo rimbombante en exceso, lo cual unido a la sorna y habilidad de Goya transmite cierto tono de caricatura a la imagen regia. Y es que Fernando VII y sus formas de reinar no le resultaban nada gratas al pintor, ya que representaba las ideas absolutistas y nada progresistas que tanto detestaba el artista.

Sin embargo lo tenía que pintar de forma reiterada y grandilocuente al ser su primer pintor de cámara. De hecho esta obra formaba parte de un doble retrato, ya que fue pintado para ser acompañado de otro en el que se ve a Fernando VII en un campamento militar con soldados y caballos. Por cierto, ambas obras hoy se conservan en el Museo del Prado de Madrid.

Son cuadros que como otros retratos reales hechos en Santander o junto al Canal Imperial de Aragón formaban parte de la campaña de propaganda y boato que protagonizo el rey tras la Guerra de la Independencia contra los franceses, gracias a la cual se convirtió en el “Rey deseado” pese a su escasa capacidad para el buen gobierno.

Sin embargo, bajo esa apariencia de ennoblecer al personaje, se respira el tono crítico del pintor. E incluso hay que tenerlo como un retrato de segunda calidad, si se comparan con aquellas efigies que hizo a personas que realmente admiraba como los duques de Osuna, Jovellanos o la condesa de Chinchón.

En estos retratos muestra todo su arte y habilidad con los pinceles para poner su genio a favor de la belleza y la nobleza de los personajes. En cambio, con casi toda la familia real, y especialmente con Fernando VII su maestría es mucho más profesional. Su dominio del arte lo pone al servicio del rey, y como el monarca era un personaje tan egocéntrico, no fue capaz de ver que en realidad es un retrato irreverente, realmente corrosivo y ácido con su reinado y sus políticas. Basta ver la afectación de la pose y esa mirada del rey que parece mirar con desprecio al pintor, y por lo tanto al pueblo.