Retrato de Martín Zapater de Goya
Martín Zapater y Clavería (1747 – 1803) fue el gran amigo de Goya. Se conocieron desde niños y hasta la muerte de Zapater estuvieron en contacto. De ello nos ha llegado una colección de cartas entre ambos de lo más interesante para conocer algunos aspectos del Goya más íntimo.
Además de eso, el artista retrató a su amigo en dos ocasiones a lo largo de los años. La primera ocasión fue en 1790 cuando realizó el lienzo que aquí vemos. Una obra que hoy en día está en el Museo de Arte de Ponce, en San Juan de Puerto Rico.
No cabe duda en cuanto a la autoría del lienzo, ya que en el papel que hay sobre la mesa se puede leer que Goya hizo esta obra en 1790 a su amigo Martín Zapater. El artista lo pintaría durante una breve estancia en Zaragoza a finales de aquel año, y seguramente se lo regaló a su amigo coincidiendo con el momento en que este acaudalado burgués aragonés había sido honrado con un título nobiliario.
La obra muestra toda la maestría goyesca para el retrato. Pero al tratarse de un trabajo más íntimo, sin que medie un encargo, se puede apreciar que el artista lo resuelve sin tanta pomposidad como otros trabajos oficiales. Es una obra muy sencilla, sobre un fondo neutro, en el que destaca el homenajeado sentado y del que solo vemos medio cuerpo. Viste con elegancia pero sin alharacas, un traje muy burgués. Y Goya se vuelca en plasmar el rostro tal y como él lo ve. Es decir, una persona de mirada profunda y con un característico gesto en la boca. Y no se ahorra realidad, ya que lo vemos un tanto demacrado, y es que por aquella época Zapater había padecido una fuerte enfermedad, que le había dejado secuelas físicas.
Sin duda el pintor ha querido retratar a su amigo, el cual al mismo tiempo es un prototipo de un ilustrado. Un personaje con abundantes propiedades agrícolas, pero muy avispado para invertir en otros negocios, sobre todo en su región. De hecho fue uno de los fundadores de la Real Sociedad Económica de Amigos del País en Aragón. Al igual que no descuidó su labor como mecenas, ya que también promovió la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis en Zaragoza.
No obstante, sin duda su paso a la posteridad está vinculado a su amistad con Francisco de Goya. De hecho, de alguna forma, Zapater se convirtió en una especie de confesor en la distancia, y le informaba no solo de sus gustos gastronómicos, musicales o de su pericia de la caza. También le tenía al tanto de sus enfermedades o de ciertos desapegos y críticas que a veces recibía su trabajo. Así como vemos los anhelos de prestigio y de dinero que tiene Goya, el cual no duda en gastar, ya que a su amigo también le informa de sus más caras adquisiciones. E igualmente le cuenta algún dato sobre sus hijos, si bien son escasas las alusiones a su esposa.
En definitiva, que la lectura de ese conjunto de cartas se ha convertido en una herramienta clave para conocer más la vida de Goya.