Retratos de Giovanni Boldoni
La pintura del italiano Giovanni Baldini (1842 – 1931) es la de un artista de gran maestría técnica que supo hacer un hueco en el panorama creativo de su tiempo. Una época la de finales del siglo XIX y comienzos del XX de tremenda efervescencia creativa, y en la que él supo aprender de algunos de sus contemporáneos y sobre todo supo convertirse en una especie de cronista de la alta sociedad italiana, y especialmente parisina, la ciudad donde desarrolló gran parte de su obra.
Ante todo en su pintura hay un espíritu hedonista de la vida, le gustó retratar la belleza y la buena vida, y no dudaba en eliminar cualquier rasgo de fealdad en ese mundo en el que él vivía. E incluso veces incluye ciertas notas de humor que nos hablan sobre todo de un artista que hace su trabajo de la forma más divertida posible.
A lo largo de varias décadas pintó a muchos artistas contemporáneos, desde Toulouse Lautrec o John Singer Sargent hasta Giuseppe Verdi, a quién quizás le hizo su retrato más famoso en 1886. Pero sobre todo pintó a muchas mujeres, algunas de ellas parejas suyas y otras convertidas en referentes de esa vida diletante de la alta sociedad parisina.
Ejemplos de ellos son los retratos de Madame Lanthelme de 1907 o el de la Señora Juillard de rojo en 1912. Pero se podrían aplicar un sinfín de ejemplos. En todos ellos se pueden ver muchos de los elementos con los que la crítica ha desprestigiado su trabajo. Se le ha tildado de hacer retratos muy superficiales y de que son obras más mercantilistas que artísticas. Incluso se le ha calificado como decadente extremo.
Todo eso tal vez sea cierto. Pero es innegable que tenía una capacidad innata para la pintura, de hecho trabajaba muy rápido. Y su técnica además era audaz, conocedora de lo más académico pero también capaz de empaparse de ideas impresionistas y postimpresionistas. Pintó como nadie el lujo y las excentricidades del momento, y reflejó a la perfección el espíritu más vividor de la Belle Époque. Y él mimo alcanzó la fama pintando famosos. De hecho se le dedicó en vida una exposición individual en Estados Unidos.
De manera que quizás no haya alcanzado la inmortalidad como genio artístico de otros creadores con los que coincidió en el tiempo, desde Monet a Picasso, pero es innegable que supo sacarle partido a toda su capacidad para la pintura y para la vida, que también fue intensa a juzgar por su agitada biografía.