San Buenaventura recibiendo el hábito franciscano de Herrera “El Viejo”
Francisco Herrera “El Viejo” (1576 – 1656) fue un pintor español del Barroco al que se le puede considerar el verdadero introductor del realismo en la esplendorosa pintura andaluza del siglo XVII.
No obstante, su nombre ha quedado un tanto a la sombra de otros grandes artistas de ese momento y lugar, como Velázquez, Murillo o Zurbarán. Además de que Herrera fue un personaje de carácter más bien difícil, muy irascible, lo que no le facilitaba las relaciones. E incluso su vida fue bastante azarosa, con episodios delictivos como la falsificación de moneda. De cuyo castigo en prisión se libró por mandato directo del rey Felipe IV, que admiraba su arte e hizo que se trasladará de Sevilla a Madrid, en cuya corte acabaría falleciendo.
Pero aparte de sus hechos personales, lo cierto es que el arte de Francisco Herrera es de extraordinaria valía con cuadros como éste de San Buenaventura recibiendo el hábito franciscano que en la actualidad se conserva en el Museo del Prado de Madrid, aunque en origen se realizó para el convento sevillano de San Buenaventura, donde también trabajó Zurbarán.
Esta obra sobre lienzo la realizó en 1628 y es un buen ejemplo del estilo que desarrolló durante sus primeros años como pintor. Durante todo ese tiempo, en sus obras predominan siempre los colores de tonos tostados. Y sobre todo destacan por sus rostros, algunos tremendamente realistas mientras que otros parecen ser caras desdibujadas, algo que los críticos han atribuido a la inestabilidad del carácter del propio pintor, quién a lo largo del desarrollo de sus obras podían hacerlas con variables estados de ánimo, y más aún en obras tan grandes como éstas, ya que el lienzo mide 231 x 215 cm.
El realismo que plasma Herrera “El Viejo” no es nada grandilocuente, sino que busca representaciones muy verosímiles y naturales, prestando para ello una atención especial a la investigación de los aspectos psicológicos.
En este caso el encargo consistía en pintar diferentes imágenes ilustrativas de la vida de San Buenaventura, pero al final solo pintó cuatro de esos cuadros, y acabó siendo sustituido en su tarea por Franscico de Zurbarán, quién realizó el resto de la hagiografía del santo con otras cuatro obras, entre ellas la Exposición del cuerpo de San Buenaventura.
Posiblemente le quitaron el encargo al tratarse de un artista con un estilo excesivamente libre, y posiblemente los monjes del convento deseaban algo un poco más formal. De los cuatro cuadros que realizó, hasta nuestros días solo han llegado tres. Este del Prado y dos que son propiedad del Louvre de París, mientras que el cuarto se perdió durante la Segunda Guerra Mundial.