La Bella de Palma el Viejo
El número de grandes artistas que se dio en Italia durante el Renacimiento, especialmente durante el Cinquecento, es realmente increíble, aunque en muchos casos han quedado ensombrecidos ante la magnitud de genios como Leonardo, Miguel Ángel, Rafael o Tiziano. Sin embargo, hay pintores extraordinarios como Palma el Viejo, cuyo nombre real fue Jacopo Negretti.
De las manos de este pintor salió este retrato de una mujer de la cual se desconoce su identidad, y dada su hermosura, es simplemente conocida como La Bella. Una obra que hizo entre los años 1518 y 1520, y que actualmente se expone en las salas de pintura renacentista del Museo Thyssen Bornemisza de Madrid.
Desde el primer vistazo a la obra podemos decir que se trata de una imagen exquisita y suntuosa. Es un representación de una mujer rica, hermosa y también distante, altiva se podría decir, ya que con su actitud y su mirada prácticamente nos está retando a nosotros los espectadores.
Es una obra de un colorido sublime, lo cual es lógico al ser un excepcional ejemplo del arte veneciano. Y es que Palma el Viejo desarrolló toda su carrera en la ciudad de los canales. La calidad del colorido de este óleo es tal, que durante unos años incluso se le atribuyó al propio Tiziano, si bien luego se descartó esa autoría.
Vemos a la mujer apoyada en el alféizar de una ventana, y en él vemos grabadas unas letras, como si fueran parte de un mensaje oculto, y que hasta hoy nadie ha podido descifrar. Pero pictóricamente, ese elemento arquitectónico sirve para enmarcar el medio cuerpo de la joven.
Es de enorme calidad la forma precisa en el que la luz va modelando la figura, y sobre todo su rostro, creando una magistral gama de tonos de carne. De este modo tanto las facciones de la cara como sus hombros o sus manos destacan por su claridad envuelta por las opulentas telas de brillantes azules y rojas. Todo conjugado para transmitir una enorme sensualidad. Es como si esta pintura, y otras con mujeres semejantes quisieran plasmar un ideal de belleza propio de aquellas primeras décadas del siglo XVI.
Y como siempre ocurre con la pintura veneciana de aquellos años, casi todo tiene origen con el gran Tiziano Vezellio, ya que ese tipo de mujer, y más en concreto la representación de La Bella de Palma el Viejo, con su amplio escota, el color de su piel, su peinado, etc, según muchos estudiosos puedo tener como fuente de inspiración las figuras de la obra Amor sacro y Amor profano que hoy en día se guarda en la Galería Borghese.