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Santiago conducido al lugar de su ejecución de Mantegna

Publicado por A. Cerra
Santiago conducido al lugar de su ejecución de Mantegna

Santiago conducido al lugar de su ejecución de Mantegna

Esta obra forma parte del conjunto de pinturas murales que realizó Andrea Mantegna (1431 – 1506) en la iglesia de los Eremitani de Padua, concretamente en la capilla de san Jacopo y san Cristoforo de los Ovetari. Lamentablemente este conjunto pictórico hoy en día solo lo conocemos mediante fotografías de época, ya que esta iglesia fue bombardeada durante los días de la Segunda Guerra Mundial, y la obra de Mantegna realizada en torno al año 1455 se perdió.

Las pinturas murales eran en realidad una crónica de la leyenda de Santiago Apóstol. Y entre todo el conjunto destaca el episodio de cuando Santiago es conducido al lugar donde será crucificado, al revés.

Mantegna dentro de la pintura renacentista italiana del Quattrocento representa uno de los más altos grados de representación de la realidad. Pero no sólo se queda en la forma de plasmar claramente una escena verosímil visualmente hablando. Él intenta ir más allá. Su objetivo es representar el momento íntimo, las sensaciones y pensamientos de unos personajes ante semejante situación. Intenta plantearnos como reaccionaron esos hombres ante esa circunstancia.

Pero además el pintor también está muy interesado en la representación histórica en sí misma. Conocía que Santiago Apóstol había sufrido su martirio en la época de la Roma Imperial, y ese escenario de la historia es el que intenta ambientar en la imagen. De ahí que veamos el típico arco del triunfo romano y vista a los soldados romanos con su vestimenta y armamento histórico, basándose en las representaciones esculpidas que se conservaban en la época.

No obstante, la escena no es una mera recreación de la Antigüedad. Se podría decir que toda la imagen emana el espíritu del arte clásico romano, con toda su simpleza, rigor y austera grandiosidad.

Las figuras sin duda alguna recuerdan las estatuas romanas, es decir, tienen un porte escultórico típico de ciertos pintores de los inicios del Renacimiento como se puede ver en los frescos de la Capilla Brancacci del gran Masaccio.

Por otra parte, en la obra se ve claramente como conocía todos los estudios de perspectiva que se estaban llevando a cabo en su tiempo, lo que le sirve para crear una escenografía muy armónica y cuidada que guía a la perfección el relato ante los ojos del espectador. De este modo quedan descritos todos los sucesos del episodio. Vemos como Santiago va escoltado y se ha detenido cuando uno de sus perseguidores se ha arrepentido y se ha postrado a los pies del santo para que le bendiga.

La reacción de Santiago es sosegada y es observada con los soldados, uno de ellos en una actitud impasible y otro todo lo contrario, intentando disimular que él también sería capaz de arrepentirse por lo que tienen que ejecutar. Todo esto lo vemos en un escenario repleto de gente que quiere ver al apóstol y que es contenida por los guardias. En definitiva, un gran lástima que se perdiera esta gran obra de arte del Renacimiento.