Ventana abierta de Juan Gris
Esta obra realizada por el pintor español Juan Gris en el invierno de 1921 forma parte de un conjunto de obras que el artista dedicó a recrear esa idea de “ventana abierta”. Y de entre todos esos lienzos, uno de los más completos es este que se expone en Museo Reina Sofía de Madrid.
Es una tela con una imagen muy completa y también bastante compleja. El gran protagonismo posiblemente recaiga en el luminoso paisaje marítimo que se ve a través de la ventana. Unas vistas inspiradas en el lugar donde realizó el cuadro, la localidad de Bandol sur Mer, a orillas del Mediterráneo en el sur de Francia, donde pasó unos meses.
Pero de forma completamente independiente a ese paisaje, distinguimos un bodegón en primer plano. Con algunos de los elementos habituales en sus muchas naturalezas muertas, como por ejemplo el frutero o la guitarra. Además de las hojas de un libro de partituras, que recuerdan a sus habituales papier collier o collage que solía incluir en sus cuadros, mezclando recortes de periódicos, revistas o papeles con el óleo.
Entre la vista marina y el bodegón no hay relación alguna, entre ambos distinguimos con su propia individualidad la presentación de la ventana en sí. También como hecho diferencial e independiente de lo que se ve en el interior y en el exterior. Esa es la gran característica de esta obra de Juan Gris, su capacidad para pintar en un mismo espacio diversos ambientes y no relacionarlos entre sí. Es como una prolongación de su constante investigación en el Cubismo, ya que al igual que cualquier objeto se pinta desde distintos puntos de vista, también este panorámica desde un interior hacia al exterior atravesando una ventana tiene distintos ángulos, diferentes perspectivas y encuadres para darnos el máximo de información posible.
Si Picasso y Braque inventaron el Cubismo, Juan Gris pronto se sumó a ellos para continuar sus reflexiones, pero además Gris continuo toda su vida estudiando las posibilidades formales y visuales que le ofrecía ese estilo. Él nunca lo abandonó, si bien es cierto que tuvo una vida corta, ya que falleció en 1927 en Francia con solo 40 años de edad, y además la enfermedad en sus últimos años no le había dejado trabajar tanto como le hubiera gustado.
Sin embargo pese a esa corta vida, su labor como pintor y teórico del arte fue muy reconocida por las vanguardias europeas, y quizás donde menos se le valoró fue en su país natal. Tierra que había abandonado en la juventud para establecerse en París y conocer toda la modernidad. Algo que ciertamente consiguió, y no solo eso, sino que además formó parte muy activa de ella.