Guitarra y frutero de Juan Gris
El español Juan Gris desde que emigrado a París entrara en contacto con el Cubismo en 1907 de la mano de Pablo Picasso y George Braque, jamás abandonó ese estilo pictórico. Y un buen ejemplo es este lienzo de Guitarra y frutero que hizo en 1921, y donde se pueden ver algunos elementos que de forma continuada y reincidente aparecen en otras muchas obras suyas, con varios años de distancia. Si bien es cierto que hay que decir que Juan Gris murió joven, ya que falleció prematuramente a los 40 años, de manera que quizás hubiera evolucionado hacia otro tipo de estéticas.
Un ejemplo de su reiteración en los motivos que pinta es que aquí vuelve a representar una vez más una guitarra, el frutero, una ventana, la botella y la imprescindible copa, el libro o la pipa.
Su cubismo, o al menos el más característico y el de sus obras maestras, es el que se ha denominado “cubismo sintético”, y a él pertenece este cuadro. En él se ve que los objetos se representan, o más bien, se construyen, partir de sus planos más esenciales y significativos. Esos planos los pinta luego de colores planos, y en general de la gama fría, como los azules, unos tonos que por oposición logran contrastar con el negro de la mesa donde se sitúa el bodegón. En realidad, es la pintura con sus elementos más potentes la que se acaba por imponer a las mismas formas.
Esas formas por otra parte están relacionadas unas con otras, buscando los equilibrios mediante cálculos geométricos, que curiosamente consigue dar una idea de realidad a la composición, en la que obviamente no hay perspectiva alguna.
Se puede decir que es una obra en la que ya alcanzado una especie de estado de clasicismo cubista. Y para lograrlo ha pintado una y otra vez este tipo de bodegones. Unas naturalezas muertas que no solo le vinculan con obras del mismo género pintadas por sus admirados Picasso y Braque, sino también con el pintor postmodernista Paul Cezanne. E incluso con varios siglos de diferencia, siempre que se habla de Juan Gris se acaba por mencionar de un modo u otro al pintor barroco Zurbarán, autor de obras como Limones, naranjas y rosa.
Y quizás el principal motivo para relacionar ambos artistas, con obras de estética tan distinta. Es que ambos crearon unos bodegones realmente austeros, y los dos le dan cierto tono espiritual a esas composiciones. Sin olvidar, que no dejan de ser ejercicios de pintura, donde más allá de lo que retratan, lo verdaderamente importante son los juegos de colores, formas y perspectivas o luces que crean y sugieren con esas imágenes.