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Virgen en oración de Sassoferrato

Publicado por A. Cerra

Virgen en oración de Sassoferrato

El verdadero nombre de Sassoferrato era Giovanni Battista Salvi (1609 – 1685), pero su apodo hacía mención a su lugar de nacimiento en la región italiana de Las Marcas.

Sassoferrato estuvo muy ligado a los monjes benedictinos, e incluso se pude decir que adoptó el lema de esta orden religiosa que pregonaba el ora et labora (reza y trabaja). Con la diferencia de que su trabajo consistía en pintar, por supuesto escenas y personajes religiosos, como ocurre en este lienzo realizado entre los años 1640 y 1650.

Se puede decir que artísticamente, Sassoferrato no fue un gran innovador, pero en cambio sí que es una buena síntesis de lo que otros habían hecho en los siglos precedentes y contemporáneos. Por ello en su arte hay detalles propios de Perugino, de Tintoretto, de Guido Reni, o de Mignard, es decir, un pintor francés que triunfaba en la época con una peculiar forma de plantear la iconografía de las vírgenes. Su forma de pintar como en el pasado, incluso hizo que algunas de sus obras se llegaran a considerar propias de un discípulo de Rafael.

Por ello nunca llegó a despuntar como un gran maestro de la pintura. Es cierto que recibió encargos de cierta enjundia para alguna iglesia romana como Santa Sabina, o algún retrato de cardenal. Sin embargo, él vivió de realizar infinidad de cuadros devocionales como este que os presentamos aquí. Obras de las llamadas “originales múltiples”. ¿Qué significa eso? Que era capaz de partir de una obra, en este caso un grabado de Reni, y a partir hacer decenas de réplicas en pintura. Unos cuadros que estaban destinados a la venta rápida, tanto por encargos como para los muchos peregrinos que acudían a Roma.

Fue un trabajador incansable y lo cierto es que pese a ser un gran “copiador” de estilos sin aspectos innovadores, es innegable que sus cuadros tienen una gran potencia visual. Y de alguna forma fue un auténtico referente para otros pintores piadosos posteriores, sobre todo del siglo XIX, si bien tomaron su aspecto más sentimental y menos su maestría pictórica.

Esa maestría se manifiesta aquí, sobre todo en los colores. No hay más que fijarse en el brillo del blanco que envuelve el rostro de la virgen, las encarnaciones de manos y cara, o el derroche de azul ultramar (color muy caro) capaz de destacar sobre el fondo negro.

En definitiva, Sassoferrato fue un buen pintor, posiblemente más artesano que artista, y sus obras no fueron creaciones maestras, pero plasman a las mil maravillas el contexto religioso de la Contrarreforma en la que vivía Roma durante el siglo XVII.