William Blake (1757-1827)
Fue un pintor y poeta visionario para su tiempo. Junto a Füssli y Friedrich constituye la tríada de artistas cultivadores de la corriente fantástica dentro del panorama académico del s. XIX. Para muchos autores fue el primer pintor romántico. Llevó una existencia difícil en el terreno material y conoció el olvido al final de su vida y parece ser que murió en la indigencia.
Su exaltación religiosa le llevará a explorar lo invisible, y la realidad en cambio le resultará extraña. Su espíritu se movía entre la obra de Dante, de Swedenborg, de Milton, de la Biblia y sobre todo de un mundo fabuloso inventado por su imaginación delirante.
Su arte es de simple inocencia y extrañeza, de fervor angélico y de satanismo. Gravaba sus poemas, fundiendo escritura e iluminación y los realzaba con acuarelas (“Cantos de la inocencia”, “Cantos de la experiencia”, “El matrimonio del cielo y del infierno”). Hacia 1795 aparecieron pequeños libros fantásticos donde mostraba los desacuerdos de la razón y de la imaginación, su propio drama. Blake está claramente fuera de su época. El siempre creyó en su genio y sufría por la incomprensión de los demás. En sus gravados y sus pinturas todo se exalta con formas simbólicas: cuerpos desnudos, fantasmagóricos, semejantes a ectoplasmas se agitan en un mundo que no pertenece a este mundo.Su obra está llena de ángeles celestiales y a veces aparece el rostro terrible de Dios Padre que, según contaba, se le había aparecido ante la ventana de su casa en su juventud.
Pese a ser un incomprendido y un visionario, se había formado en el s. XVIII y la influencia del rococó se manifiesta en sus ornamentos asimétricos y sus formas contorneadas. También se detecta en su obra la influencia de las anatomías miguelangelescas, ya que era un gran admirador suyo. Podría decirse que su obra hunde sus raíces en el Barroco y prefigura el Art Nouveau. Fue redescubierto veinte años más tarde de su muerte por Dante Gabriel Rossetti, que se encontraba ligado a el por mil afinidades comunes, era sensible a su carácter místico lo mismo que a los aspectos formales de sus pinturas y de sus grabados, a su manea de tratar los vegetales como ornamentos, a sus decoraciones de llamas, llegó a ser un experto de este “pintor maldito”. Los miembros de los prerrafaelistas llegaron a admirarle tanto que juraban por William Blake.
Entre sus características destacadas, destaca la abolición de la perspectiva, su grafismo acusado, sinuoso, impone sus líneas flexibles, prefigurando el famoso “coup de fouet” (latigazo) del Modernismo. Su obra posee fuerzas singulares que impactan en el espectador y cien años más tarde, artistas como Mackmurdo, Robert Burnes y otros volvieron a tomar el giro de sus líneas. Blake había traducido en su estilo ornamental particular un conjunto de valores espirituales y de visiones místicas. Poseía un sentido particular de lo trágico y se mueve entre sombras y luces apocalípticas. La mayoría de sus lejanos discípulos retuvieron poco de este ardiente espiritualismo, pero recogieron la novedad de su escritura ornamental y un espíritu decorativo del que hicieron su propio estilo.