Constructivismo ruso
El término de constructivismo ruso hace referencia a un movimiento artístico, especialmente pictórico y arquitectónico, que surgió en Rusia en torno a 1914 y que realmente adquirió importancia algunos años después tras la Revolución bolchevique de 1917.
Quizás sea el constructivismo ruso la vanguardia artística desarrollada en el siglo XX que más paralelamente se ha vinculado a las corrientes políticas de un país; por aquellos años Rusia quedó devastada tras su paso por la Primera Guerra Mundial, la situación interna del país cada vez se tornaba más revolucionaria y paulatinamente se va fraguando un movimiento proletario que acabará tomando el poder.
Pese a que en su origen el término constructivista fue una connotación despectiva usada por el artista Kasimir Malévich para hacer referencia a la pintura de Rodchenko, pronto se creó en torno al mismo vocablo un conjunto de movimientos artísticos muy distantes geográficamente entre sí, por ejemplo el referido como constructivismo holandés o neoplasticismo.
Por su parte en la antigua URSS el propio gobierno bolchevique impulsó el nuevo estilo a través del Narkompros, se estableció como centro del movimiento constructivista la Escuela de Arte y Diseño de Vjutemas en detrimento de la tradicional escuela de Bellas Artes establecida en Moscú.
La plástica es sencilla con formas simples y bien definidas, ciertos ecos estilísticos parecen remitir a la vanguardia futurista con una plástica tan simplicista que la abstracción se hace patente en cada una de las obras.
Las formas constructivistas están fuertemente vinculadas con la corriente de pensamiento materialista, la supremacía de la clase obrera –la influencia de filósofos como Karl Marx es indiscutible en esta vanguardia- y la apuesta de un artista como constructor y vinculador de arte y materia.
Dentro de los artistas constructivistas destaca sobre todo la figura de Vladimír Tatlin (1885 – 1953), éste se convirtió en muy poco tiempo en la figura más señalada de toda la vanguardia; en su concepción del arte renegaba de las obras confinadas a los museos o grandes centros de arte, para Tatlin la obra debía participar de la sociedad.
Dentro de su floreciente producción destaca la obra arquitectónica que debía servir como monumento y sede de la Tercera Internacional. El espacio estaba conformado por distintos volúmenes superpuestos en una potente inclinación: un cubo, una pirámide, una espiral y media esfera formaban el monumento. Cada uno de los elementos geométricos rotaría a un ritmo y velocidad distinta y se dispondrían pantallas exteriores que permitirían conocer las noticias a nivel mundial.
El ambicioso proyecto nunca llegó a realizarse; el estallido de la guerra civil y la posterior caída de Lenin y el régimen bolchevique hizo que semejante proyecto se hiciera impensable para un país sumido en un conflicto bélico. Los materiales resultaban demasiado caros y la estética constructivista quedó marginada con la llegada de Stalin al poder.
Otros artistas constructivistas rusos fueron Anton Pevsner (1884-1962) o Gabo Diem (1890 – 1977) quien a comienzos de la década de los veinte escribió el manifiesto que ponía por escrito los principios estilísticos del constructivismo.