Tigres de Vasarely
Esta obra de Victor Vasarely es una de las más emblemáticas de toda su producción, y para gran parte de los estudiosos del arte contemporáneo, se considera uno de los antecedentes más influyentes en la corriente del Op Art, un movimiento de vanguardia que surgió en los años 60 del pasado siglo XX, y sin embargo esta obra Tigres, Vasarely ya la pintó en 1938.
De hecho, Vasarely para esas fechas ya llevaba unos cuantos años creando una serie de obras en las que buscaba estímulos visuales en blanco y negro promovidos a partir de composiciones de ajedrezados, o con figuras de tigres como en este caso, o cebras, en las que esos ajedrezados se convierten en tramas de rayas. Y es curioso comparar esas obras con otras del gran exponente del Op Art como es Riley y algunas de sus obras como Cascada.
Pero volviendo a esas obras iniciales de Vasarely, en todas ellas ya está esa ambigüedad y desorientación óptica característica y que nunca se perderá en otras obras posteriores como puede ser Feni.
Y si bien, en Feni todo es mucho más aritmético y matemático, en su obra Tigres aún vemos una mínima relación con la naturaleza, ya que su fuego de rayas gruesas se basa todavía en las formas de los cuerpos de los tigres. Eso sí unos cuerpos retorcidos, que quedan encerrados en sí mismos y enfrentados entre sí.
Hay que valorar este tipo de imágenes no viéndolas con los ojos de un espectador del siglo XXI, cuando este tipo de juegos visuales prácticamente se pueden crear de forma automáticas, por medio de programas informáticos. Sin embargo, valoremos que un cuadro como éste y otras muchas producciones posteriores, tanto del Op Art como de su pariente el Arte Cinético, son obras hechas totalmente a mano.
Algo muy interesante al ver que en muchas ocasiones estos estilos artísticos se han descrito como un tipo de arte creado básicamente para idiotizar al ojo humano, algo realmente difícil por medios exclusivamente manuales, con los que se ha de conseguir esquemas idénticos y repetitivos que generen tensiones visuales y sobre todo tensiones en la mente. Es decir, de alguna forma estos pintores tenían que tener algo de visionarios, para que con su pintura fueran capaces de generar la ilusión de movimiento en el ojo y la mente ajena. Y todo ello en dos dimensiones, y repetimos, de forma totalmente manual.