El Movimiento Dadaísta
El movimiento Dadaísta nació en Zúrich en 1916, durante la primera guerra mundial.
Suiza como lugar neutral, acogió a todo tipo de personas que llegaban huyendo de la guerra entre los cuales había artistas o escritores.
El Cabaret Voltaire, donde las actuaciones buscaban provocar al público, fue el lugar donde Hugo Ball, Tristan Tzara, Jean Arp y Marcel Janco formaron el grupo.
Transgredir y destruir los principios establecidos fue la premisa de un movimiento que se declaraba antiartístico, antiliterario y antipoético. Estaba en contra de la belleza eterna , de la inmovilidad del pensamiento o la perfección, así llamaba a la espontaneidad a lo inmediato o a lo aleatorio.
Como cualquier movimiento surgido a principios del siglo XX, el Dadaísmo tuvo sus Manifiestos, los cuales eran la base teórica donde apoyar sus ideas, Tzara escribió los manifiestos de 1918 y 1920. Así en el preámbulo al primer manifiesto declaraba: “La magia de una palabra ´DADÁ, que ha puesto a los periodistas ante la puerta de un mundo imprevisto, no tiene para nosotros ninguna importancia”.
Las obras realizadas por los dadaístas buscaban huir de los principios establecidos en el arte, así utilizaban cualquier elemento, madera, latas, billetes de tranvía, etc., y los unían basándose en la casualidad.
El movimiento se extendió también a Nueva York, Alemania y París.
En Nueva York se encontraban artistas tan importantes del movimiento como Marcel Duchamp, Francis Picabia o Man Ray
Duchamp destacó por coger elementos fabricados en serie y presentarlos como sus obras, así en la Exposición del Salón de los Independientes expuso un urinario al que tituló “Fuente“.
Man Ray, por su parte, destacó por su trabajo fotográfico en el que experimentó con todas las posibilidades técnicas para crear nuevas formas, así bautizó a estas obras con su propio nombre, “rayografías”.
En Alemania se formaron dos grupos el de Berlín y el de Colonia. Allí se encontraban Max Ernst, George Grosz, John Heartfield o Raoul Hausmann.
El movimiento alemán fue muy activo tanto en el campo intelectual como en el plástico. Precisamente fue allí donde se inventó el “fotomontaje” la idea partía de la necesidad de un cambio radical en el arte para que no se perdiera la relación con la sociedad de la época, cosa que no habían conseguido , según ellos, ninguno de los movimientos modernos.
Hausmann se atribuye a sí mismo su invención en 1918 pero lo cierto es que Heartfield ya en 1914 utilizó esta técnica para burlar la censura en el frente bélico mediante postales compuestas de recortes de periódicos y revistas. En cualquier caso la importancia está en la invención de una nueva técnica artística.
El fotomontaje tuvo gran importancia en el plano político sirviendo de forma eficaz como método de propaganda .
Pero fue Max Ernst el que llevó al fotomontaje a su máximo esplendor combinando los principios dadaístas con la metafísica de De Chirico.
Picabia, Aragon o Breton entre otros, formaron en 1917 el grupo Dadá de París pero fue en 1919 con la llegada de Tzara a la capital cuando comenzaron a desarrollarse las actividades. Lo que querían reflejar era el disgusto y la desesperación que había traído la guerra y la posguerra. El movimiento duró poco tiempo pero cabe destacar la Gioconda a la que Duchamp incluyó unos bigotes.
El movimiento Dadaísta no podía de ningún modo continuar por una vía lógica y normal por lo que en 1920 ya había terminado en Berlín y en 1923 en París.
Terminemos con una frase de Breton como ejemplo de este final del dadaísmo “Abandonad Dadá. Abandonad a vuestra esposa, abandonad a vuestra amante…”.