Texturología de Dubuffet
El pintor y escultor francés nacido en 1901 y fallecido en el año 1985 fue todo un revolucionario en su momento. A partir del año 1945 comenzó a usar en sus cuadros una personalísima técnica basada en que sus pigmentos los mezclaba con materiales naturales en forma de arenas y tierras de diferentes colores y texturas.
Con ello conseguía dotar a sus obras de una particular textura y apariencia, ya que una vez aplicados y mezclados esos materiales, realizaba diversas rascaduras sobre el cuadro, de manera que logra una calidad matérica perfectamente identificable con Jean Dubuffet.
Y si bien en esta obra, como indica su título de Texturología, únicamente se aprecia ese aspecto de material, hay ocasiones en las que a partir de esas rascaduras salen a la luz graffitis, mujeres de aspecto macabro, objetos varios o monstruos, lo que termina por configurar una imagen en la que se conjuga la familiaridad y el terror.
Eso es a grandes rasgos lo que se ha denominado Arte Bruto, cuyo principal objetivo es aplicar la espontaneidad en el arte, lo cual está íntimamente con el arte que pueden desarrollar los niños e incluso los enfermos mentales, algo muy apreciado y estudiado por los diferentes artistas seguidores de esta corriente artística de mediados del siglo XX.
Uno de los máximos intereses del proceso creativo de Jean Dubuffet es lograr una materia desconocida e inédita. Y para ello no dudó con experimentar con los más diversos materiales, hasta ese momento impensables en la pintura. Como ejemplo se puede decir que amasaba carbón triturado, o cal, o arena, o arcillas de distintas procedencias. Pero su interés por el empleo de novedosos materiales no se limitó al uso de materiales minerales, también utilizó en otras ocasiones materiales de origen natural e incluso industrial como es el polvo de vidrio, las resinas, la goma, barnices de variadas densidades o polvo de hierro. Y con todo ello creaba sus particulares “paisajes” y “figuras”.
En general, se podría decir que en su producción pictórica, y también en la escultórica, se aprecia un acusado sentido de lo grotesco y una clara tendencia hacia imágenes brutales. Si bien, tras tanta experimentación con materiales y donde aún se pueden identificar figuras en sus obras, llega un momento que abandona esos referentes figurativos. Precisamente a esa nueva fase pertenece la obra que aquí aparece.
Es concretamente, es desde el año 1957 cuando decide abandonar esa peculiar figuración y se centra muchísimo más en los aspectos texturológicos y matereológicos de la pintura. Si bien, su interés por el empleo de nuevos elementos en la materia no acabaría aquí, y siguió con sus particulares experimentos en los que llegó a mezclar junto a los tradicionales óleos elementos tan dispares como las hojas caídas de los árboles o alas de mariposa, con los que componía cuadros con grandes similitudes a los collages que pueden realizar los niños.