The Seven Woodcuts on War de Käthe Kollwitz
Hoy vamos a hablar de una de las artistas más respetadas en Alemania durante el siglo XX, en especial de los creadores que trabajaron en el convulso periodo de entreguerras. Nos referimos a Käthe Kollwitz (1867 – 1945). Una mujer que no lo tuvo nada fácil para dedicarse al arte, pero que nos ha legado importantes obras, e incluso tiene museos dedicados en exclusiva para ella en varias ciudades alemanas. Los hay en Colonia, Berlín, Moritzburg y en Koekelare. Y no solo eso. Hay alguna obra suya, como Madre con su hijo muerto, que se ha convertido en auténtico símbolo del sufrimiento del pueblo durante un periodo de guerra. Tanto es así que esa pieza suya se convirtió en una famosa escultura titulada la Pietá Kollwitz.
El hecho es que la obra de esta grabadora, pintora y escultora está íntimamente ligada al periodo histórico en el que vivió y como le afectó a su vida personal. En ese sentido la serie de The Seven Woodcuts on War es bien esclarecedora. Se trata de una serie de siete xilografías que realizó tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, un conflicto en el murió uno de sus hijos. Un hecho que sin duda le marcó para siempre y que inspiró sus obras posteriores, no solo con esta serie, sino como otras como Partida y Muerte, o la del Proletariado, donde también volcó sus inquietudes políticas de inspiración socialista.
En la serie de grabados en madera sobre la guerra, más que centrarse en las sangrientas condiciones de la batalla y en las terribles muertes de los soldados, que cayeron por miles, ella se ocupa de retratar el dolor y la angustia de las familias de esos soldados. Especialmente de sus madres y esposas, así como de sus hijos.
Hay imágenes tan fuertes como El sacrificio, donde vemos que una madre ofrece a su retoño para la guerra. O vemos en Las Madres, un grupo de mujeres haciendo un corro, abrazándose desconsoladas, pero aún así escapaban de ese círculo de seguridad dos pequeños. Está el homenaje a su hijo, en Los Voluntarios, donde se ve a cuatro jóvenes ofreciéndose a su fatal destino militar. En definitiva, es la cara más personal de la guerra y sin duda se basa en todo su dolor personal, de ahí el dramatismo de las imágenes.
Al acabar aquella guerra llegó a ocupar puestos relevantes de la educación artística en Alemania. Pero todo eso acabó con el ascenso al poder de los nazis. El arte de Käthe Kollwitz lo catalogaron de degenerado, y sin duda le hicieron la vida imposible. Eso sumando a que durante la Segunda Guerra Mundial murió su esposo y los bombardeos acabaron con su lugar de trabajo, le sumió en una profunda tristeza. Algo que se manifiesta en sus últimas obras, que anticipan su muerte en 1945.