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La incredulidad de Santo Tomás, Caravaggio

Publicado por Laura Prieto Fernández

La incredulidad de Santo Tomás es una obra pictórica realizada por Caravaggio en óleo sobre lienzo. Michelangelo Merisi da Caravaggio más conocido simplemente como Caravaggio (1571 – 1610) es sin duda alguna uno de los más grandes pintores barrocos de toda la historia del arte. Su personal estilo pictórico conjuga la belleza de los personajes con un desgarrado realismo que en más de una ocasión le causó algún problema. Pero sin duda alguna la principal innovación del artista en el campo de pintura fue la introducción de un nuevo tratamiento lumínico, el tenebrismo. Esta técnica consistía en destacar al personaje o escena principal mediante un potente foco de luz dejando el resto de la escena en penumbra u oscuridad.

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La obra de la incredulidad de Santo Tomás fue realizada por el artista barroco en 1602 como parte de un encargo de la familia Giustiniani; los Giustiniani eran una familia de aristócratas y banqueros romanos que patrocinaron bajo su mecenazgo a un buen número de artistas barrocos entre los que destaca especialmente Caravaggio y posteriormente sus seguidores.

El óleo tiene unas dimensiones de 107 x 146 cm y representa una escena bíblica tomada del Evangelio de San Juan por lo que se trata de un tema religioso: Jesús aparece resucitado entre sus discípulos pero Santo Tomás se muestra reacio a creer en la aparición de su Maestro por lo que éste le induce a tocar las heridas que le causaron la muerte.

La escena se desarrolla en un espacio interior del que el artista no nos proporciona ningún dato más, con un fondo neutro los personajes son la escena única y principal del lienzo. A la derecha aparece Jesucristo resucitado con una encarnación blanquecina que remite a su estado post mortem, aparece ataviado con una especie de túnica o girón blanco que en realidad es el mismo sudario con el que fue enterrado y que él mismo abre en el costado para guiar el dedo de su incrédulo discípulo. De hecho el cuerpo de Jesús aún presenta signos de su muerte y desde luego que Caravaggio no representa al típico Cristo triunfante ante la muerte. El conjunto se completa con dos apóstoles más que observan la escena. El punto focal hacia donde el propio cuadro nos remite es el dedo de Santo Tomás introduciéndose en la herida de Cristo, es una escena hiriente y realista, que casi resulta desagradable. Los dedos del discípulo se adentran en la carne de Jesús mientras éste aguanta estoicamente la prueba de su resurrección.

La obra de Caravaggio resultaba naturalista hasta el punto de ser desgarradora, no sólo por la prueba de Santo Tomás sino porque el pintor representa la escena y los personajes lo más realista posible, son hombres humildes con rostros realistas curtidos por el trabajo y ropajes humildes.

La luz persigue los efectos tenebristas característicos de las obras caravaggiescas, es proveniente de un foco exterior que el espectador no puede identificar pero que está perfectamente guiado para dirigirse con fuerza hacia los personajes principales de la escena dejando el resto en tinieblas.