Basílica de Willibrord de Echternach
La Basílica de Willibrord en la ciudad de Echternach forma parte del que es el templo religioso más antiguo y destacado de todo el Gran Ducado de Luxemburgo. Una iglesia que originaría el propio san Willibrord a finales del siglo VII, si bien de aquello tan apenas ha llegado nada hasta nuestros días. No obstante, eso no significa que no continúe siendo un centro de peregrinación muy importante en el país, ya que los fieles siguen acudiendo a ver la tumba del santo, que se conserva en la parte más antigua del templo: su cripta. Un espacio de tiempos carolingios, donde se halla el sarcófago.
Lo cierto es que la abadía que se construyó allí a caballo del siglo VII y VIII, hasta que llegó a convertirse en un espacio muy vinculado con la realeza, ya que tuvo unos lazos muy estrechos con Carlos Martel y Pipino el Breve, fundador de la dinastía carolingia y padre del emperador Carlomagno.
Y no solo eso, sino que el prestigio de la abadía la convirtió durante los siglos siguientes en uno de los grandes centros de Europa donde se elaboraban copias de los códices más importantes, así como contaba con un amplio equipo de miniaturistas.
Es decir, la Abadía de Willibrord de Echternach estuvo muy relacionada primero con los reyes carolingios y luego con el Imperio Otónico. Y eso supuso que con la caída de ambos poderes, también el lugar perdiera gran parte de su importancia.
Además, a comienzos del siglo XI, aquella abadía, y especialmente su iglesia sufrió un devastador incendio. Y todo prácticamente salvo la cripta con los restos del santo fue pasto de las llamas. Corría el año 1028, y rápidamente se emprendió su reconstrucción si bien ahora siguiendo el estilo más de moda en la época: el románico.
Así es como la vemos en la actualidad, pero lo cierto es que no son las piedras originales las que se conservan. En plena Segunda Guerra Mundial, en el año 1944 los bombardeos sobre la ciudad luxemburguesa de Echternach dejaron prácticamente destruido el templo. Sin embargo, una vez concluida aquella contienda, las autoridades luxemburguesas acometieron la reconstrucción de la iglesia siguiendo escrupulosamente sus formas medievales, tanto las que se habían construido románicas como ciertos añadidos góticos que se hicieron posteriormente.
Y es algo muy curioso esta reconstrucción, ya que la abadía había quedado asolado ya a finales del siglo XVIII, e incluso en una subasta la había adquirido un potentado francés, que decidió aprovechar el inmueble para crear una fábrica de porcelana. Sin embargo, la iglesia y sobre todo la cripta carolingia seguían siendo veneradas por la población.