Biblioteca Pública de Kansas City
El arte de la arquitectura hoy en día tiene multitud de vías estéticas abiertas. Algunas de ellas por el simple hecho de buscar la innovación, e incluso el marketing basado en la extravagancia. Sin embargo, esas mismas innovaciones y sorpresas pueden utilizarse en beneficio de una comunidad, y hasta haciendo partícipe a la misma de la creación. Eso es lo que pasó en la Biblioteca Pública de Kansas City, en el estado de Missouri.
En 1999 fue necesario reubicar la biblioteca por motivos de espacio, y se decidió rehabilitar el antiguo edificio del Banco Central. Un inmueble con más de un siglo de historia y cuyo interior era un derroche de elegancia decimonónica a partir del uso de decoración en madera y marmóreas.
Aquellas salas hoy en día se han integrado en la biblioteca pública y son usadas habitualmente por los ciudadanos. Sin embargo no es eso lo que más llama la atención de esta intervención arquitectónica que llevó a cabo el despacho de arquitectos Wight. Lo más llamativo es la fachada que se creó para cubrir una zona de aparcamiento.
Allí se ven hasta 22 lomos de libros a una escala gigante, ya que alcanzan hasta los 8 metros de alto. Es un elemento decorativo, sin excesivos problemas arquitectónicos, como ocurre con el resto de intervención en la biblioteca, pero obviamente es algo estéticamente muy novedoso y que además tiene un trasfondo social.
Y es que este ya famoso frente de biblioteca se conoce desde su inauguración en 2006 como la “estantería de la comunidad” ya que la selección de libros se hizo teniendo en cuenta las opiniones de los usuarios. De este modo ahí se leen títulos de clásicos como Romeo y Julieta de Shakespeare o Historia de dos ciudades de Dickens. También hay obras en español como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, e incluso hay títulos de contenidos filosófico escritos por Platón o Lao Tsé. Si bien, los más reclamados por la ciudadanía fueron El señor de los Anillos y Fahrenheit 451.
Está claro al ver la fachada qué es lo que nos vamos a encontrar en el interior del edificio. Y además los arquitectos se explayaron en un sinfín de detalles alusivos a la literatura, tanto en otros elementos de la fachada como las escalinatas de entrada como en las salas interiores.