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La biblioteca de Kenwood House

Publicado por A. Cerra

Biblioteca de Kenwood House

La villa palaciega de Kenwood House en el parque de Hampstead dentro de la ciudad metropolitana de Londres, es una de las más magníficas construcciones de estilo neoclásico que posee la capital británica. Una villa que guarda numerosos tesoros artísticos en su interior, entre los que no faltan cuadros de los grandes maestros del Reino Unido como William Turner, John Constable, Thomas Gainsborough o Anton Van Dyck. Así como también hay obras de artistas de fuera de las islas, como Rembrandt o Vermeer.

No obstante, arquitectónicamente el edificio también tiene gran valor, sobre todo algunas de sus estancias como su Biblioteca, la cual es fruto de la rehabilitación que en el año 1764 hizo el arquitecto de origen escocés Robert Adam.

Robert Adam (1728 -1792) nos muestra aquí todas sus grandes influencias. Y una de ellas, como en otros tantos constructores británicos es el arquitecto italiano Andrea Palladio, el cual con obras como Villa Rotonda tiene una influencia indudable en varias generaciones de creadores anglosajones. Y uno de ellos es Robert Adam, pero también Lord Burlington, que con edificios como Chiswick House es otro modelo a tener en cuenta en Kenwood House.

En definitiva, Adam tiene como referentes a Palladio y a Burlington, pero además es un gran estudioso del arte de la Antigüedad y del Renacimiento, y todo ello está presente en las formas elegidas para esta biblioteca.

Eso sí, hay que tener en cuenta que cuando planteó este espacio fue como un pabellón anexo a una mansión ya anterior. Y además debía hacerlo siguiendo las necesidades y normas dictadas por su encargante, que sobre todo le pedía que creara un interior cómodo, además de muy elegante.

Y sin duda alguna, el resultado final es de un elevado refinamiento, algo para lo que Adam estaba plenamente cualificado al realizar tanto trabajos puramente arquitectónicos como de decorador de interiores. De esta manera genera un espacio con unas dimensiones de lo más proporcionadas, pero también con una serie de efectos y recursos que transmiten la impresión de espacio mayores, y sobre todo de una atmósfera de lo más culta y comedida, tal y como era el gusto estético del momento. Un tipo de decoración que incluso llegó a llamarse el “estilo inglés”.

Para eso recurrió a numerosos elementos de la Antigüedad. De ahí la presencia de hornacinas que albergan estatuas clásicas, columnas con capiteles de recuerdo grecolatino, frisos dorados o murales inspirados en las pinturas de Pompeya. Y todo ello envuelto en la calidez que dan los tonos pastel de paredes y techos, los yesos blancos, los muebles, la estantería plagada de libros y las alfombras.