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Caravasar Tash Rabat

Publicado por A. Cerra

Caravasar de Tash Rabat

Esta obra de arquitectura nos habla de otros tiempos, de cuando Asia Central estaba recorrida por una floreciente Ruta de la Seda que no solo servía para transportar ese producto textil, sino que era un camino transmisor de cultura entre Oriente y Occidente, entre China y Venecia, pasando por lugares como Samarkanda o Estambul. Un recorrido que hoy en día guarda un singular patrimonio histórico y artístico ubicado a veces en emplazamientos de lo más recónditos, como es el caso de este Caravasar de Tash Rabat situado en la actual república de Kirguistán, un territorio que hasta hace unas décadas formaba parte de la extinta URSS, de hecho fueron los rusos los que restauraron y excavaron parcialmente este monumento tan singular en los años 80 del pasado siglo.

¿Qué era un caravasar? Era una especie de albergue o de hotel para todos aquellos comerciantes que viajaban por la Ruta de la Seda. Aquí encontraban alojamiento, comida, animales descansados, etc. Y les hacía falta porque estamos en una zona que supera con creces los 3.000 metros de altura, de pasos fatigosos entre montañas y duras condiciones climatológicas. Y en este paso cercano a la actual frontera de China, este monumento por sus dimensiones y forma es excepcional. De hecho se le considera una de las más increíbles construcciones en piedra de Asia Central.

La gran mayoría de historiadores lo datan en el siglo XV, si bien otros estudiosos piensan que puede ser más antiguo, de hacia el siglo X cuando aquí se construiría un monasterio. En cambio los indicios arqueológicos no han dado muchas muestras de religiosidad, aunque por el contrario tampoco se ve el típico patio central que suele haber en los caravasares. Es cierto que por lo remoto del lugar no hay mucha documentación y además todavía hay partes sin excavar. Aún así lo más lógico sería que fuera una parada comercial en la transitada Ruta de la Seda.

Su planta es prácticamente cuadrada de unos 35 metros de lado, y nos puede parecer un castillo por sus gruesos muros de piedra a una altura más o menos idéntica en todo su recorrido, con lo que todo tiene un tejado horizontal. Salvo la cúpula semiesférica en la parte occidental, en el extremo opuesto a la entrada al recinto.

La construcción se integra a las mil maravillas en el entorno y parcialmente se entierra en las laderas. De hecho, dentro es un auténtico laberinto de habitaciones, donde las ventanas suelen estar en el techo para iluminar el conjunto. Estas habitaciones, como una treintena, son alargadas y no muy grandes, salvo el espacio cupulado que es mayor. Nos puede parecer una obra tosca comparada con otras construcciones del mundo que se estaban haciendo en el siglo XV, pero dado el paraje donde se ubica es realmente interesante y digno de admiración. Y por supuesto tiene hasta su propia leyenda. Aprovechando esa cúpula con aberturas para que entre la luz, la leyenda dice que eso se debe a que la construyeron dos hombres, padre e hijo, y justo antes de terminar la cúpula, faltando solo unas piedras, el hijo vio la primera caravana que llegaba y distinguió a una bella muchacha, motivo por el que se bajó de la obra para cortejar a la chica, de modo que la cúpula quedó inacabada. Algo que no es cierto, ya que es una obra terminada, sino hubiera sido imposible que resistiera el paso de los siglos.